Los Auténticos Decadentes, ese gran milagro argentino

¿Cuántas bandas pueden jactarse de tener más de una veintena de canciones convertidas en hits que desconocen de fronteras, estilos y segmentos etarios? ¿Y cuántas pueden alardear con que a treinta años de su comienzo siguen despachando éxitos con la misma calidad y el mismo alcance? Los Auténticos Decadentes pertenecen a ese grupo selecto de artistas, y eso quedó demostrado el viernes (y se replicó anteanoche) en el Luna Park, con un repaso profundo y exhaustivo de tres décadas de trayectoriadecadente, un recorrido que abarcó desde el primer álbum (El milagro argentino; 1989) hasta el último (Y la banda sigue; 2014). «Los piratas», «Corazón», «Diosa», «Luna radiante», «El gran señor», «La prima lejana», «Gente que no», «Loco (tu forma de ser»). Tan sólo muestras de lo que en el video con el que comenzó el show estaba representado con una frase más que acertada: «La banda sonora de tu vida».

En medio, entre un extremo y otro, más de una treintena de canciones que ya son parte de la cultura popular de América latina, una expansión convalidada con la presencia de banderas de México y Perú agitadas en alto desde el sector del campo más cercano a la valla. Tres décadas sostenidas por hits todo terreno, que pueden ir de la celebración de una celebración de la eterna juventud («Pendeviejo») a un pequeño tratado filosófico sobre la vida y la muerte en formato canción («Viviré por siempre»).

«Esto lo hicimos para no laburar, obviamente», reconoció Cucho Parisi a la mitad de la noche, al tomar como punto de partida de su recorrido histórico haberse formado en el Colegio Nacional N° 10 de Almagro, en 1986. Treinta años más tarde, el clima de camaradería entre todos sigue igual que en el comienzo. Los Auténticos Decadentes entretienen no sólo por su repertorio, sino también porque quienes están a cargo de interpretarlo lo disfrutan tanto como el público que está debajo del escenario. Ese aire cómplice de viaje de egresados a perpetuidad se puso de manifiesto en el comienzo, con «Cómo me voy a olvidar», y se mantuvo como constante durante más de dos horas y media de show.

La dinámica festiva también se plasmó en el formato del show, edificado a partir de medleys sin lugar para baches ni silencios. Así, «Pendeviejo» (2003) dialogó con «Enciendan los motores» (2014) y «Distrito Federal» (2010). El contraste fue más evidente cuando el guitarrista Diego Demarco hilvanó «La fórmula», de uno de los últimos trabajos del grupo, con «Paseando por Temperley», de ¡Supersónico! (1991), un juego de opuestos similar a cuando Jorge Serrano alternó entre «Tanta soledad», una balada con final catártico deY la banda sigue, al ska de corazón roto de «El vino triste», de su segundo álbum.

La lista de invitados fue un reflejo de todo lo que los Decadentes alcanzaron en este tiempo. Hubo lugar para regresos (Fabián «el Suizo» Sayans, la voz detrás del hit «Cyrano»), compañeros de ruta desde los inicios (Juanchi Baleirón, aportando su guitarra a la bellísima «Un osito de peluche de Taiwán»), la validación de su expansión internacional (Dr. Shenka de los mexicanos Panteón Rococó, para una versión intensa de «Skabio») y también para colegas que se criaron escuchándolos y con los que ahora se miden de igual a igual (Martín «Mono» Fabio y Miguel de Luna Campos, de Kapanga, para «La guitarra» y «El corso de Ayacucho»)

A pesar de que casi cualquier tema del repertorio decadente tiene la certificación validada de hit integrante de la cultura popular, algunos segmentos en particular convirtieron el Luna Park en una superficie temblorosa a fuerza de salto humano. Primero fue la seguidilla entre «Vení, Raquel», «Entregá el marrón» y «El murguero». Más cerca del final, la postal se repitió en el homenaje tácito a Alberto Castillo de la mano de «Siga el baile» y «Por cuatro días locos». Y para el final, dos canciones que a la fecha funcionan como declaraciones de principios. De un lado, «Somos» y su letra autocelebratoria («La fuerza de llegar a cualquier lugar, existimos más allá de todo. Soldado de plomo de tu alegría, somos la fruta prohibida, el desborde criollo que cura las heridas»). Del otro, «Y la banda sigue» y su repaso autobiográfico («Salieron del barrio, valientes mercenarios. Salieron a ganar en cualquier escenario, en el festipunk, en el tropical. En un bar mitzvah, y en el Luna Park, todos se divertían, pedían una más»). Dos letras que a la fecha siguen vigentes y que sin duda lo estarán en 2026, cuando la banda decida celebrar sus bodas de rubí con la música.

Fuente: La Nación

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