El explosivo testimonio del ex jefe del FBI complica más a Trump

WASHINGTON.- En un histórico y explosivo testimonio en el Congreso, el ex director del FBI James Comey atacó sin respiro la credibilidad del presidente Donald Trump , a quien acusó de mentir reiteradamente y de presionarlo para frenar la investigación sobre el Rusiagate que, según admitió, buscó preservar tras ser despedido mediante la filtración de información a la prensa.

El testimonio, que paralizó a Washington, aportó evidencias para una potencial denuncia legal contra Trump.

El testimonio bajo juramento de Comey, que duró dos horas y media, paralizó a Washington y le asestó un durísimo golpe a la administración Trump, sospechada de haber permitido la intromisión del Kremlin en la última campaña presidencial, orquestada para perjudicar a su rival, la demócrata Hillary Clinton.

Trump negó todo, aunque, esta vez, no recurrió a un discurso, a Twitter o a alguno de sus voceros, sino a una pulida declaración de su abogado, Marc Kasowitz, con quien siguió la audiencia del Comité de Inteligencia del Senado.

Comey apenas había comenzado a hablar ante el Comité de Inteligencia del Senado cuando lanzó su primer ataque.

«La administración eligió difamarme a mí y, más importante, al FBI, diciendo que la organización estaba desordenada, que estaba mal conducida, que el personal había perdido la confianza en su líder. Eso fueron mentiras; pura y simplemente», disparó Comey. En uno de los bares de Washington, atestados, la gente aplaudió.

Al responder preguntas, Comey evitó acusar a Trump de obstruir con su investigación. Eso, indicó, le corresponde a Bob Mueller, el fiscal especial que quedó a cargo del Rusiagate. Pero Comey dijo que Trump lo había echado porque su investigación «creaba presión», y que su pedido de despegar al primer jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Michael Flynn, había sido, para él, una «orden».

Comey había dicho por escrito que Trump le hizo ese pedido en el Salón Oval de la Casa Blanca, tras un encuentro con otros funcionarios. Al finalizar esa reunión, Trump le pidió a Comey que se quedara a solas con él. Cuando todos se fueron, el presidente republicano le pidió «dejar ir a Flynn».

«No creo que me corresponda decir si la conversación que tuve con el presidente fue un esfuerzo por obstruir. Lo tomé como algo muy perturbador, muy preocupante, pero ésa es una conclusión que estoy seguro que el fiscal especial trabajará para tratar de entender si hubo intención y si eso es un delito», fustigó.

Comey dijo sentirse «sinceramente preocupado» de que Trump mintiera sobre sus reuniones, y por eso escribió sus memos. El abogado de Trump negó todas sus acusaciones, incluido el pedido sobre Flynn.

La senadora demócrata Dianne Feinstein, primero, y el senador Marco Rubio, después, le preguntaron por qué no le dijo a Trump en ese momento que ese pedido respecto de Flynn estaba mal, que era inapropiado.

«Tal vez si yo fuera más fuerte, lo habría hecho», le dijo Comey a Feinstein. «Estaba tan estupefacto por la conversación que sólo la absorbí», agregó.

Comey se refirió también al tuit de Trump sobre posibles grabaciones de sus conversaciones, algo que la Casa Blanca no ha confirmado ni negado.

«He visto el tuit acerca de las cintas. Dios, espero que haya cintas. Yo recuerdo haber dicho: «Estoy de acuerdo en que es una buena persona», como una manera de decir: «No estoy de acuerdo con lo que me pidió que haga»», reconstruyó Comey. Pidió luego que si existen esas grabaciones, que se hagan públicas.

En otra dramática revelación, Comey dijo que se despertó «en el medio de la noche» tres días después del tuit de Trump y pensó que necesitaba hacer públicas las conversaciones ante la posibilidad de que hubiera una «corroboración» de la charla.

Eso, pensó, podía impulsar el nombramiento de un fiscal especial que resguardara la independencia de la investigación sobre el Rusiagate. Fue lo que ocurrió.

«Entonces, le pedí a un amigo mío cercano que lo hiciera», relató Comey, al admitir la filtración.

Ese amigo es un profesor de la Universidad de Columbia, Daniel Richman, que pasó la información a The New York Times, el primer periódico que publicó la información de los memos de Comey.

El abogado de Trump, Marc Kasowitz, se recostó en esa revelación para acusar a Comey de «difundir sin autorización» a la prensa «comunicaciones privilegiadas» con el presidente.

Kasowitz desmintió cada una de las revelaciones del ex director del FBI: dijo que Trump nunca lo presionó, que nunca intentó desligar a nadie de la investigación ni «intentó obstruir esa investigación».

«El presidente nunca presionó a Comey», leyó Kasowitz, en una conferencia de prensa cerca de la Casa Blanca.

Kasowitz también resaltó que Comey confirmó que Trump «no está bajo investigación» y que no existe evidencia de que «un solo voto» haya cambiado por «cualquier interferencia de Rusia». Además, expresó que nunca le había dicho a Comey que necesitaba y esperaba su lealtad.

Transmisión

Todas las cadenas de televisión transmitieron el testimonio en vivo. Los bares quedaron atestados de gente que siguió con atención las palabras de Comey. Las caras lo decían todo: preocupación, sorpresa, bocas abiertas o gente que se tapaba la cara con la mano. Nadie había llamado a Trump mentiroso en público y bajo juramento en el Congreso, nadie había ofrecido una mirada a la intimidad de su forma de gobernar y nadie lo había comprometido tanto políticamente.

Apenas terminada la audiencia, los demócratas buscaron capitalizar el momento, mientras que los republicanos intentaron defender al presidente.

Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara de Representantes, dijo en un comunicado que Trump es una «desgracia» para la presidencia y que, en vez de proteger a la democracia de Putin, «trabajó incansablemente para obstruir la investigación a Michael Flynn» y la posible «colusión» entre su campaña y el Kremlin.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, sólo atinó a sugerir que Trump aún debía aprender las exigencias, los límites y los protocolos de la presidencia.

«El presidente es nuevo en esto», esbozó Ryan.

En su única aparición pública, ayer, en una conferencia evangélica, el presidente norteamericano no habló del testimonio de Comey. Pero, sugestivamente, dijo: «Estamos asediados, ustedes entienden eso. Pero vamos a salir mejores y más grandes y más fuertes que nunca. Ya lo verán».

Fuente: La Nación

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