Venezuela escribe su mejor historia futbolística con el comandante Dudamel, que pide paz para su país

El destino le tenía guardado un espacio al proyecto Venezuela. El Mundial Sub 20 de Corea del Sur resulta la vidriera en donde la Vinotinto exhibe, con resultados, una tarea que empezó cuatro años atrás, en el campeonato Sudamericano Sub 17 de San Luis, y que tiene como meta la primera participación de ese país en una Copa del Mundo en Qatar 2022. Entre el inicio y el futuro, el presente que se destaca con la victoria 4-3 sobre Uruguay, en definición por penales, y la clasificación a la final, después de lograr un agónico empate en el segundo minuto de tiempo adicionado. Un tiro libre ejecutado con el talento de una estrella, aunque quien lanzó la falta fue Samuel Sosa, un adolescente de 17 años. La jugada será enmarcada para la eternidad.

El sábado será la primera final que jugará el fútbol de Venezuela en su historia, que sólo ocho años atrás debutó, en Egipto, en una cita ecuménica. «Hemos tenido la oportunidad, y hemos decidido aceptarla, de escribir una historia diferente, pero siempre con la intención y la creencia de tomar nosotros esa hoja en blanco y ponerle suficiente tinta para que sea positiva», señaló Rafael Dudamel, el conductor del proyecto, tras al resonante triunfo que ubicó a la Vinotinto en un selecto lugar del mapa futbolístico.

Venezuela es la Cenicienta del mundial de juveniles de Corea del Sur, aunque en la ruta que lleva a la Copa del Mundo de Rusia, del año próximo, cierra la tabla de posiciones de las eliminatorias sudamericanas. Definirá el título con Inglaterra -el país donde se inventó el fútbol moderno- que superó 3-1 a Italia. El deporte muchas veces ofrece guiños y Venezuela recibió el suyo, aunque también podría tratarse de un premio que el destino le tenía reservado a una selección que decidió anteponer un plan maestro al resultado inmediato. Nombres como Peñaranda, Soteldo, Herrera, Córdova, Peña o Fariñez pudieron ser parte de una nómina de jugadores con talento pero que no trascenderían si la Argentina le ganaba en la última jornada de la etapa de grupos del campeonato Sudamericano, en Ibarra. Un éxito albiceleste eliminaba a la Vinotinto y clasificaba a Bolivia al hexagonal final. Hubiera significado un premio exagerado para los bolivianos, que llegaron a Ecuador con apenas dos semanas de preparación, y un castigo para aquellos que venían desandando etapas desde 2013. El sacrificio de este plantel incluyó permanecer concentrado en las fiestas de Año Nuevo.

«La poca preparación en estos torneos cortos, de tanta exigencia física, pasan factura. Los jugadores sienten mucho el desgaste. Nosotros les insistimos para que entiendan la diferencia entre participar y competir. Desde un principio tuve una meta, un sueño. Lo compartí con el cuerpo técnico y los jugadores y ellos aceptaron la invitación. Así, todos hemos creído en este trabajo y ahí están los resultados. No es normal que chicos de 18 o 19 años asuman con tanta madurez y profesionalismo estos retos. Ese enfoque profesional y mundialista les despertó el mayor interés y atención para prepararse y lograr el objetivo. No piensan en otra cosa que en fútbol. Lo viven, lo sueñan, lo mastican, lo tienen muy en su interior y eso hace que la mente empiece, automáticamente, a generar las ideas y las herramientas para llegar al objetivo», le comentaba Dudamel a la nacion, en Quito, hace cuatro meses. Una señal del compromiso en el que estaba inmerso el grupo se reflejaba en un simple ejercicio regenerativo que se iniciaba con una formación, la bandera venezolana y gritos casi marciales.

Dudamel es el comandante futbolístico del país. Emblema de la Vinotinto en sus tiempos de futbolista, no tuvo temor en que su prestigio se esmerilara y aceptó el desafío de ser el entrenador de lo que serían las nuevas camadas de jugadores, esas que ahora son una realidad. «Llevábamos un año de trabajo con la Sub 20 cuando se nos presentó la linda oportunidad de asumir en la Absoluta. No teníamos porqué abandonar la Sub 20 cuando teníamos al equipo bastante consolidado, así que decidimos llevar simultáneamente a ambas selecciones para que en algún momento la Juvenil nos sirviera de sparring y para que los juveniles fueran acumulando experiencia. Viajaron con la Absoluta a Uruguay, Colombia. y eso permitió que a la hora de la competencia todo sea con naturalidad», refrescaba quien en 1998 jugó 17 partidos en Quilmes, en la primera B Nacional.

Cuatro meses atrás, en Quito, Venezuela le enseñó a Uruguay que estaba preparada para sentarse a la mesa de los grandes, al vapulearlo 3-0 en el torneo Sudamericano. En Daejeon, ya en el Mundial, le refrescó aquel episodio y le demostró al mundo que los proyectos y la planificación son el camino para lograr los mejores resultados.

«Paremos ya las armas»

En la histórica clasificación para la final de la Copa del Mundo Sub 20 de Corea del Sur se entremezcló la ola de violencia que sacude a Venezuela, donde la represión que dispone el presidente Nicolás Maduro contra las protestas opositoras ya provocó 67 muertes. El director técnico Rafael Dudamel llamó a la reflexión y utilizó al juvenil Samuel Sosa, autor del gol del empate, como figura: «Hoy la alegría nos la ha dado un chico de 17 años y ayer murió uno de 17 años. Presidente: paremos ya las armas, que esos chicos que salen a las calles lo único que quieren es una Venezuela mejor, como lo quieren esos muchachos vinotinto», señaló en una entrevista con DirecTV Sports. Tras la victoria, en la red social Twitter Maduro saludó el éxito con el siguiente mensaje: «Nuestros muchachos de la Vinotinto sub 20, son el orgullo de una Patria Digna, forjadora de grandes victorias».

Fuente: La Nacilón

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