Cerrar filas y reordenar la política para retomar la iniciativa

Fue una semana de solo tres días hábiles, pero bastaron para sentir que el tiempo había volado hacia atrás varios años. Nunca nada es igual, pero la sensación de estar condenados a vivir un tiempo circular de crisis en crisis volvió a percibirse con la desazón de lo conocido y la frustración de lo insoluble. Complicado para un gobierno que prometía el cambio.

Por eso, antes que sacar conclusiones, el oficialismo se impone en estas horas dos objetivos inmediatos: reagrupar fuerzas y retomar la iniciativa. Al mismo tiempo, trata de capear la tormenta en los mercados con el oxígeno que obtuvo el viernes, pagado a crédito con una tasa del 40 por ciento y sin saber para cuánto le alcanzará. Todas expresiones de una tácita admisión de mala praxis, sobre todo en lo político, pese a la tendencia oficialista a la externalización de las responsabilidades. Y más allá de las excusas que provee el cambio de las condiciones internacionales o de las ansiedades y demagogias inocultables que pueda aportar la oposición.

También volverán a lubricarse los contactos con los sectores más racionales del peronismo y con los más vulnerables a la presión del gobierno nacional

La inédita combinación para Cambiemos de problemas financieros y políticos hizo al oficialismo retornar al manual de la política tradicional para casos de crisis y suspender su propensión natural a querer tener la razón antes que a resolver problemas, cuando esto implica ceder o reconocer otros puntos de vista.

Mientras el sacudido equipo económico monitorea pantallas y busca enviar señales tranquilizadoras a los tomadores de decisiones internos y externos, en las 36 horas que empezaron a correr esta mañana habrá una maratón de reuniones de los principales referentes políticos oficialistas.

También volverán a lubricarse los contactos con los sectores más racionales del peronismo y con los más vulnerables a la presión del gobierno nacional.

Fuente: LA NACION

La inquietante apertura de los mercados será vista hoy en directo por los tres mosqueteros políticos del Presidente. Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta se reunirán hoy, a las 9, para relevar lo ocurrido y evaluar los pasos por seguir. A la tarde, se encontrará en la Casa Rosada la mesa nacional de Cambiemos. Y mañana, a las 13, se reunirán los principales referentes políticos de Pro. Peña convocó a esta primera reunión de 2018 de la mesa ampliada de lo que fue el «grupo de los 6», responsable de la última campaña electoral.

A los originales Vidal Rodríguez Larreta Diego Santilli Federico Salvai Rogelio Frigerio se sumarán el titular del partido macrista, Humberto Schiavoni; la vicepresidenta Gabriela Michetti ; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y la diputada Carmen Polledo. Obviamente, esta vez no se hablará de tácticas electorales. Hay otras urgencias.

La pregunta que muchos se hacen, aun entre los oficialistas, es cuáles serán los aprendizajes de estas lecciones, cada vez más duras y costosas.

Nadie imagina cambios estructurales en el sistema de toma de decisiones, pero son muchos los que creen que no alcanzará con modificaciones puntuales, como en otras oportunidades en las que se evitó un choque letal.

El macrismo tiene la oportunidad de demostrar que sabe que la historia reconoce a los gobernantes que resuelven problemas antes que a los que aciertan con el diagnóstico

Esta vez las amenazas parecen más sólidas y los márgenes para el error, más estrechos. El macrismo, especialmente Macri y Peña, tiene la oportunidad de demostrar que sabe que la historia reconoce a los gobernantes que resuelven problemas antes que a los que aciertan con el diagnóstico.

Contactos con el PJ

Puertas afuera de la coalición oficialista se reactivarán los contactos precarios que arrancaron en las últimas horas de la semana pasada con referentes del Peronismo Federal, después de las fuertes presiones desplegadas sobre algunos gobernadores que hasta ahora rindieron más frutos mediáticos que resultados legislativos.

Salvo el extremismo kirchnerista, todos saben que nadie tiene espacio para tensar mucho la cuerda en estas horas y agudizar las contradicciones al límite de lo irreparable.

Las encuestas de opinión son disuasivas: el Gobierno cae en la consideración popular, pero también los opositores. Lejos del «que se vayan todos», pero más cerca del «no me gusta ninguno».

Un trabajo cualitativo de Isonomía muestra que cuando se les pide a los consultados que ubiquen a las distintas fuerzas políticas en cuatro espacios, las preferencias mayoritarias terminan poniendo a Cambiemos en el cuadrante de «lo nuevo», al peronismo en el de «lo viejo» y al kirchnerismo en el de «lo malo». Quedó (y sigue quedando) vacante el espacio de «lo bueno».

Las encuestas de opinión son disuasivas: el Gobierno cae en la consideración popular, pero también los opositores. Lejos del «que se vayan todos», pero más cerca del «no me gusta ninguno»

El gobierno de Macri está más obligado que nunca a mostrar que tiene pericia para resolver y encontrar soluciones al dilema de la manta que se sigue acortando, justo cuando se aproxima el invierno, tan literal como metafórico. Pero la oposición más moderada advierte que nadie le perdonará que traiga calor con un incendio.

Aunque saben que están jugando gratis con la ley de ventaja que implicó el anticipo del veto presidencial, los principales legisladores del Peronismo Federal y algunos del massismo trabajaron durante el fin de semana para reformular los puntos más insostenibles de su proyecto para reducir el impacto de la suba de tarifas, que obtuvo dictamen favorable el miércoles pasado y que se encamina a ser aprobado pasado mañana. Nunca será viable para el Gobierno y los mercados, pero tampoco resultará tan vulnerable frente a cualquier mirada sensata, como era el original.

Ya se resolvió modificarlo para que no afecte el IVA, pilar de la recaudación fiscal y, sobre todo, tributo coparticipable, ni las autonomías provinciales.

Es la diagonal que encontraron los justicialistas para unir necesidades. Por ejemplo, la de un gobernador como Juan Manuel Urtubey , que pretende erigirse en el candidato presidencial superador de la grieta, y las de los legisladores que no quieren ceder en la construcción de su papel de defensores del pueblo. El maximalismo kirchnerista solo cuenta para sumar sus votos en el recinto.

Cambiemos volverá a dar quorum para que se debata en el recinto la iniciativa opositora no porque le resulte aceptable ni porque tenga número para impedir su aprobación, sino porque a cambio tendrá la posibilidad de convertir en ley el proyecto de creación de mercado de capitales, que necesita como el agua para darle una señal al mundo financiero. Reducción de daños para todos y todas.

El radicalismo y la Coalición Cívica , los socios adherentes de Cambiemos , sintonizan la misma onda. Después de haber encendido la alarma por el impacto de tarifas y provocado algunos cortocircuitos filas adentro de la coalición, acudieron presurosos en ayuda del Gobierno.

El jefe del bloque radical, Mario Negri , dejó la piel en las disputas dialécticas y aportó datos escalofriantes sobre el impacto fiscal que tendría la aplicación de lo que proponían los opositores, además de algunos aspectos inviables por inconstitucionales. Punto para los radicales, que estaban abajo en el marcador tanto para el Gobierno como para los sectores económicos. Los acusaban de ser la chispa del incendio.

Ahora lo que se espera es que los mercados se tranquilicen y baje la presión sobre el dólar, aunque eso no descarte nuevos sobresaltos en materia financiera

Los peronistas fogonean esa idea al decir que a ellos no les quedaba hacer otra cosa que lo que hicieron cuando los propios aliados del Gobierno cuestionaban el alza de tarifas en defensa de la «gente».

Ahora lo que se espera es que los mercados se tranquilicen y baje la presión sobre el dólar, aunque eso no descarte nuevos sobresaltos en materia financiera. Aun cerca del oficialismo admiten que para evitarlo hay que sanear una buena parte de la cartera de tenedores de bonos.

En el Gobierno prefieren ser cautos y no arriesgar pronósticos. Por eso ponen tanta energía en pos del objetivo de cerrar filas y demostrar que, al menos, tienen el control político de la situación. Después vendrá el recuento de los daños y se verá cómo se saldan los pases de factura pendientes.

Lo que ya se sabe es que después de lo ocurrido en los últimos diez días ya nada volverá a ser igual. Ni para el Gobierno ni para los opositores. Intentar maximizar la renta (política) en la cubierta del Titanic puede ser muy peligroso para todos. Salvo para el kirchnerismo.

Fuente: La Nación    Claudio Jacquelín

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