¿Qué podría aprender Macri viendo «El día de la marmota» para salir de la crisis? Mucho

En 1993 se estrenó un film protagonizado por el gran Bill Murray, cuyo título original fue Groundhog Day. En España se la conoció como Atrapado en el Tiempo o Hechizo del Tiempo, pero en Argentina, Chile, México y Venezuela se respetó la traducción original: El Día de la Marmota.

La historia es conocida. Un meteorólogo deprimido acude a un pequeño pueblo cada 2 de febrero para transmitir el comportamiento de una marmota que determina, según la creencia popular, cuánto falta para que termine el invierno. Pero por una gran tormenta, el protagonista debe dormir una noche en el pueblo y, a la mañana siguiente, de manera misteriosa vuelve a vivir el mismo día. Circularidad que se repetirá, una y otra vez, durante mucho tiempo.

Trazando un paralelismo con el Gobierno del presidente Mauricio Macri, esta gestión nacional parece atrapada en un instante desde hace casi un año. Pero con una diferencia: la mayoría de los argentinos percibimos que estamos viviendo repetidamente días semejantes, sin grandes novedades en la agenda y, por el contrario, con noticias que parecen repetirse una y otra vez con mínimas modificaciones.

Desde la crisis cambiaria de principios de 2018 hasta hoy, todos los datos informados por organismos oficiales (el Indec principalmente, ahora respetado entre la opinión pública nacional e internacional) han mostrado que el programa de ajuste fiscal, llevado hasta el escritorio del Presidente por el ministro Nicolás Dujovne, no solo significó una brutal recesión en la actividad económica y el consumo, sino que, consecuentemente, hizo aumentar el desempleo, la pobreza y la indigencia, sin siquiera controlar las variables por las que debíamos pasar por el desierto del FMI: tranquilizar el dólar, bajar la inflación y las tasas de interés y así, en teoría, recuperar aquella actividad.

Como en la película de Bill Murray, los argentinos —el propio Macri incluido— asistimos así a un ejercicio diario de «marmotas» (sin alusión ahora a la película). En las empresas —grandes, medianas y pymes— se miran el dólar, la tasa, el riesgo país. Los observatorios de la Universidad Católica Argentina (UCA), el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y otros organismos miden la pobreza, la caída de la actividad, el aumento del desempleo y hasta las escrituras inmobiliarias. Y los ciudadanos de a pie entran al supermercado y se agarran la cabeza por la inflación. Sin excepción, los resultados son bochornosos.

Llega entonces el momento de preguntarse por qué, a pesar de estar atrapados en una situación que se agrava con el paso de los días, la gestión de Cambiemos decide quedarse «a vivir» en el mismo día. Las gestualidades, más serenas o «más calientes», no modifican en nada la situación: la comunicación del Gobierno parece errática, los funcionarios se esconden y exponen a un Presidente agotado, la calle comienza a desmadrarse, la inflación no cede, las tasas andan por las nubes, los comercios cierran y el desempleo crece, solo por mencionar algunas consecuencias de permanecer estancados en El Día de la Marmota.

Liderazgo y confianza son dos palabras que se usan con frecuencia en todos los ámbitos, aunque lo irónico es que, cuando funcionan, ni se necesita aludir a ellas. Por el contrario, cuando faltan, se asume su vital importancia para generar cambios en cualquier statu quo.

Dicho de otro modo, es la ausencia de liderazgo y confianza lo que genera mucho ruido. Y está claro que el Gobierno perdió ambas virtudes. Y es el Presidente quien debe asumir el rol protagónico y exclusivo para restablecerlas y generar así una nueva expectativa, una tibia ilusión, la percepción de que alguien escuchó aquel grito: «Hagan algo».

A metros del propio Presidente se está generando el murmullo de que no es el candidato adecuado para enfrentar al peronismo que comienza a reorganizarse. Parece increíble pero es así: en el seno del gobierno se trabaja para debilitar la autoridad presidencial. Por eso queda muy poco tiempo para que Macri demuestre si puede mutar aquellos gritos que fingió en el Congreso o el inadecuado «estoy re caliente» en hechos concretos que le devuelvan credibilidad frente a una opinión pública que comienza a darle la espalda.

Bill Murray cambió y logró salir de la paradoja del Día de la Marmota. Macri tiene algo a favor: no tiene otra.

El autor es consultor experto en comunicación. Director de MPR Comunicación.

Fuente: Infobae.com    Orlando Molaro

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