El Gobierno cree que el triunfo de Juan Schiaretti no afecta la estrategia electoral de Mauricio Macri en Córdoba

Impertérrito, el Gobierno no se inmutó ante el resultado electoral en la provincia de Córdoba, donde un Cambiemos dividido en dos ofertas electorales no alcanzó -sumados- la performance de 2015. Por el contrario, aseguran que Mauricio Macri sigue encabezando las preferencias de los electores para la presidencial en la provincia que fue clave para la victoria en el ballotage frente a Daniel Scioli cuatro años atrás.

En ese momento, se recordará, el líder de Cambiemos obtuvo el 70,4% de los votos. Hoy, en las mismas encuestas que le daban a Juan Schiaretti el 50% de intención de voto a gobernador, Macri obtenía el 44% de intención de voto a presidente, lejos de Cristina Kirchner, que no llega al 30% de los votos.

En ámbitos del Gobierno agregan: «Los votos de Schiaretti no son para Cristina, eso está claro para todos, incluso para él». «Distinto sería si él fuera candidato, pero nada indicaría que fuera a tomar esa decisión, más bien su aporte sería a favor de fortalecer una opción peronista moderada, sin jugar personalmente», dicen.

El gobernador de Córdoba Juan Schiaretti

El gobernador de Córdoba Juan Schiaretti

El guarismo que obtuvo Macri en 2015, 70%, es la madre de todas las discordias. Fue un trofeo que la Casa Rosada no quiso entregar a nadie, mucho menos al PRO cordobés, conducido por Nicolás Massot, presidente del bloque PRO de Diputados y mano derecha del díscolo presidente de esa Cámara, Emilio Monzó.

Y apenas instalados en el poder, ese grupo que estuvo a 5 puntos de hacerse a la gobernación fue absolutamente deslegitimado desde las mismas cumbres del poder. Porque es bueno recordarlo. En el 2015, la fórmula Juan Schiaretti-Martín Llaryora sacó 39,4% y la integrada por Oscar Aguad-Héctor Baldassi 33,8 por ciento.

Así, el rol ordenador que ejerció ese PRO de origen peronista, que se construyó con los restos de la gestión de Germán Kammerath que fue intendente de Córdoba Capital entre 1999 y 2003 en diálogo con el radical Oscar Aguad, se fue diluyendo, porque desde Casa Rosada se lo buscó equilibrar con el intendente de Córdoba, Ramón Mestre y, sobre todo, con Mario Negri.

Finalmente, el PRO cordobés se puso de acuerdo con Mestre y todo indicaba que tenía chances reales de salir victorioso o, por lo menos, lograría retener la intendencia de Córdoba con Rodrigo de Laredo, el yerno de Aguad y amigo de Massot. Pero Lilita Carrió, amiga de Negri, se interpuso en ese acuerdo y amenazó con retirarse de Cambiemos si el Gobierno no respaldaba al presidente del bloque Cambiemos de Diputados.

Ramón Mestre (Mario Sar)

Ramón Mestre (Mario Sar)

Así, el grupo de Massot fue obligado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a sacar sus candidatos de la fórmula de Mestre y llevarlos a respaldar la candidatura de Negri, que se negó hasta último momento a competir en unas internas con su contrincante radical, convencido de que el manejo del aparato partidario no le garantizaba un escrutinio transparente.

Todo se transformó en un berenjenal. Un Cambiemos ordenado desde la Capital, y con la intervención desprolija del lilismo no podía llegar a buen puerto, y así el radicalismo perdió su plaza más importante, lo que seguramente tendrá sus repercusiones en la convención radical, que se realizará el próximo 27 de mayo en Parque Norte.

Hay quienes dicen que Macri siempre buscó esto, es decir, favorecer a su amigo Schiaretti y debilitar a los radicales, evitando que ganen un distrito clave en el escenario nacional y exponiéndolos a la humillante derrota de Córdoba Capital, que gobernaron desde 1973 hasta la fecha, salvo con el interregno Kammerath-PJ.

Mario Negri

Mario Negri

Si en los laboratorios macristas existiera semejante talento para el mal, se usaría también para otras cuestiones, lo que hasta ahora no fue verificado. Es verdad que en la visión duranbarbiana de la política el territorio no interesa y, como ya se dijo, en su momento se tomó la decisión de evitar que nadie del PRO se crea dueño del 70% que obtuvo Macri, convencidos de que en el 2019 ese guarismo se repetiría sin esfuerzo, porque la economía cordobesa estaría volando con el campo y la exportación agroindustrial.

Sin embargo, tras cuatros años al frente del poder, los estrategas del Gobierno ya se enteraron de que una cosa es la teoría y otra la práctica de la política y saben que se necesitan muchas voluntades aunadas en los rincones más inhóspitos de las provincias para alcanzar un triunfo que no pueda ser discutido por los aparatos electorales. Para desplegarlo, se necesita capacidad territorial, un esfuerzo que ya no desconoce la gobernadora María Eugenia Vidal.

¿Estarán calmados los ánimos en el radicalismo y en el PRO para las elecciones presidenciales? ¿Estarán entusiasmados como lo fue en 2015? ¿Sentirán esta elección con la misma pasión con la que se vivió hace cuatro años? Si no es así, ¿quién cuidará los votos de Macri en Córdoba?

Fuente: Infobae.com

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