¿Cambiar Cambiemos?: la Convención Radical es una gran oportunidad

¿Nada cambió? Todos sabemos que no. El sábado 18 de mayo de 2019 será recordado como el día en que inició el poskirchnerismo en Argentina. Claro que la política tiene una matemática distinta. Por eso el armado de coaliciones exitosas, cuando aumenta la competitividad electoral, requiere de liderazgo más que de encuestas. Es justo lo que puso en escena la jugada de la ex Presidenta: el regreso de la autonomía de la política en la competencia por la presidencia en Argentina.

¿Ballotage? ¿Polarización? ¿Tres tercios? Tres no. Otra velocidad: anticipación. PASO y primera vuelta. Otra estrategia de competencia: moderación. Chile con Sebastián Piñera más que Brasil con Jair Bolsonaro sería la brújula que acerca a Cambiemos a permanecer en casa de gobierno. El diputado Nicolás Monckeberg Díaz (RN) lo explicaba como sigue: «El llamado a un gobierno de unidad nacional y volver al diálogo ha identificado a una amplia mayoría de los chilenos. Fue mucho el contraste porque Guillier (el candidato del gobierno) hizo lo contrario, una campaña agresiva, anti Piñera, descalificatoria y eso es justo lo que los chilenos no querían escuchar».

Giovanni Sartori, el célebre politólogo italiano, creador del concepto de «polarización», lo decía como sigue: cuando al centro lo ocupa el elector medio más que cualquier partido, quien polariza pierde, porque compite en una audiencia que no representa. Si polarización es politización negativa, hoy no es efectiva.

¿Cómo respondió el Gobierno ese sábado a la jugada Fernández-Fernández? ¿Con la campaña viral Perón-Cámpora? Quienes miran e inducen a mirar así mirarán mal y competirán peor. En 2019 el espejo retrovisor refleja pasado más que victoria. Otro juego: coaliciones amplias, no mínimas. Innovar, no repetir.

Es lo que dijo el presidente del Radicalismo, Alfredo Cornejo, en los medios una semana antes que la ex Presidenta convocara a reinventar el peronismo permanente, modelo 2019, y a dos semanas de la Convención Nacional de su partido. ¿Cálculo del consenso? Sí. Política y liderazgo más que encuestas. Así es como los partidos duran, compiten y gobiernan.

Corolario: audacia más que cautela parecería ser la consigna para los líderes de Cambiemos. ¿Cómo hacerlo? Rompiendo miedos: el de ampliar la coalición y el de seleccionar los candidatos a presidentes por internas.

Ampliar no solo cantidad. Las coaliciones amplias, cuando hay competitividad electoral, aportan muchas ventajas. La literatura especializada las destaca y la práctica de los presidencialismos de coalición lo demuestra. El tamaño importa. La amplitud reduce el costo del consenso para gestionar gobierno cuando se articulan políticas entre Ejecutivo y Congreso (Alemán, y Tsebelis, 2012), y favorece la duración al acotar el típico «poder de chantaje» de los partidos pequeños (Chasquetti, 2006). Así, los partidos pasan pero la coalición queda; no hay quiebra. ¿Solo cantidad? No. También ideología. Importa en todas las democracias, también en Argentina.

Una coalición o partido de gobierno representa la institución presidencial. Y ese espacio central debe incluir todo el espectro de la moderación: centro derecha y centro izquierda en una sola oferta. Así fue y es con el radicalismo y el peronismo, los partidos nacionales de gobierno desde 1916, antes del PRO en coalición en 2015. Así es con los demócratas y republicanos en Estados Unidos. Con el Frente Amplio en Uruguay y con Nueva Mayoría (ex Concertación) en Chile. No hay otro modo de representar bien en una competencia presidencial sin incluir ambas preferencias en una misma oferta. Cantidad y diversidad bajo una consigna más amplia que todos compartan. ¿Quién querrá venir a Cambiemos? Todos los que sientan que los socios actuales tienen la visión y la decisión de hacer una coalición ganadora de gobierno. Es lo que enseña el modo en que han competido los partidos de Cambiemos en cuatro de las provincias que gobiernan: Buenos Aires, Corrientes, Mendoza y Jujuy. Coaliciones integradas, en 2015 y 2017, por un mínimo de 4 y un máximo de 13 partidos.

Las internas fortalecen. Sobre las internas se señalaron debilidades y se olvidaron las fortalezas. Se ha dicho que si el Presidente va por su reelección, no debe exponerse a una interna porque lo debilita tanto como a su coalición. Más aún, que debe ser el candidato natural porque si nomina sucesor, transfiere debilidad. No hay evidencia alguna de esas debilidades ni en Argentina ni en los presidencialismos de coalición. Otra vez, sobra conservadurismo y falta innovación. Argentina desde 1983: de las ocho presidencias descontando la que está en curso, en siete, el presidente contó con el derecho a postularse a una reelección sucesiva y solo dos o el 30% lo hizo: Menem (1995) y Cristina (2011). No es nada natural en la democracia argentina que quien ejerce el cargo debe postularse a la reelección y menos evidente que quien no lo hace pierde poder junto a su fuerza o coalición. Néstor Kirchner (2007) es un ejemplo de consolidación del predominio sin sucesión del presidente en ejercicio.

¿Podemos aprender de Estados Unidos? No. Es un país federal como nosotros, sí. Y hay reelección sucesiva, pero no es un presidencialismo de coalición. Y, en las coaliciones los liderazgos presidenciales ratifican esa pretensión a través de internas: Chile y Uruguay. En ninguno hay reelección pero son presidencialismos exitosos de coalición. En Uruguay las internas son obligatorias, en Argentina, también. Allá cumplen la ley, aquí no. ¿Le sirvieron al Frente Amplio? Es la coalición más exitosa de los presidencialismos. Un partido municipal se transforma en coalición de gobierno con tres gestiones sucesivas. Cada partido conserva su identidad con las internas y eso les da fortaleza, no debilidad. Desarrollo, equidad y estabilidad. Innovación, coalición amplia, internas y reglas.

Argentina tiene una ciudadanía profundamente democrática y una dirigencia profundamente conservadora. ¿Cambio cultural? Sí, cerrar esa brecha. La Convención Radical el 27 de mayo es una oportunidad. ¿Cambiar Cambiemos? Es el camino.

La autora es diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires (Evolución Radical).

Fuente: Infobae.com    Carla Carrizo

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