Más K o menos K, el dilema de “les” Fernández

A esta altura de los sondeos, queda claro que el rendimiento del nombramiento de Alberto Fernándezcomo mascarón de proa de Cristina Kirchner no pasa por los votos que pudiera sumar el ex jefe de Gabinete. Más bien, la apariencia moderada y dialoguista de Alberto mostró resultados inmediatos en la absorción de gobernadores peronistas que se mostraban reacios a pactar directamente con la Jefa. La carambola exitosa incluye la repatriación de Sergio Massa al grupo que lo vio nacer como figura pública. Nada de esto es poco, al contrario: podría resultar decisivo en el armado territorial del kirchnerismo. Pero eso no significa que sea suficiente para ganar.

La dificultad de la fórmula Fernández-Fernández para crecer más allá de su zona de influencia electoral es equivalente en principio a la de Mauricio Macri, acaso menor, es cierto. Pero la ventaja inercial del macrismo por el solo hecho de ser la opción oficialista (factor que muestra extrema solidez en el calendario electoral nacional), obliga al combo K al esfuerzo extra que le suele corresponder al challenger en cualquier competencia.

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Dado que Cristina ya parece convencida -resignada o no- de que su mejor aporte electoral es seguir brillando por su ausencia, toda la marca se la tiene que llevar Alberto, quien después de todo se tiene que ganar el exigente rol de candidato presidencial “por encima” de la mismísima CFK. Su tarea no está libre de obstáculos. Para nada.

Alberto tendrá que desplegar al máximo su probada vocación de equilibrista. Siempre al límite de la contradicción insostenible para el votante independiente que tanto necesita conquistar, el candidato cristinista se mofa de la euforia oficial por el empujón de los mercados y el FMI a la fórmula Macri-Pichetto, aunque al mismo tiempo, Alberto recuerda que esos mismo mercados mostraron alivio ante el lanzamiento de la dupla F&F.

Fuente: Perfil.com

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