Desde el Frente de Todos buscaron alejar los temores de los bonistas internacionales

En un día de volatilidad para la Argentina en los mercados internacionales, Guillermo Nielsen, el principal asesor económico de Alberto Fernández, intentó llevar tranquilidad y anunció que el Frente de Todos, en caso de llegar al Gobierno, no tiene previsto reestructurar la deuda de los tenedores de títulos del país.

«No está en nuestros planes reestructurar la deuda. Queremos evitar una situación de conflicto con los tenedores de bonos», dijo Nielsen en diálogo con la periodista Jorgelina do Rosario, de la agencia Bloomberg. De esta manera, relativizó las afirmaciones de Fernández del domingo pasado, cuando le había dicho a Clarín: «Tenemos que entender que estamos virtualmente en condiciones de default, y por eso los bonos argentinos valen lo que valen, porque el mundo se da cuenta de que no se puede pagar. Hay que actuar con sensatez, y sensatez es que la Argentina debe cumplir sus obligaciones. No me hablen del default, porque los que recibieron la Argentina en default fuimos Néstor [Kirchner] y yo. Sabemos mejor que nadie lo nocivo que es caer en default. Pero tampoco me hablen de fantasías. El Gobierno es muy fantasioso en todo su discurso».

Además, en esa misma entrevista, recordó: «Hay que sentarse a discutir uno por uno, como hicimos con la deuda en su momento. Acuérdense de que les pedimos a los tenedores de bonos que aceptaran una quita del 75 por ciento y era una discusión de uno por uno». Esas palabras recalentaron los mercados financieros en el exterior, y luego el Frente de Todos trató de poner paños fríos.

En el Gobierno las palabras de Nielsen no pasaron inadvertidas. Ayer, según dijeron fuentes oficiales a LA NACION, fueron elogiadas en la mesa chica que se reunió en la quinta Los Abrojos, donde estuvieron el presidente Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y el entrante ministro de Hacienda Hernán Lacunza.

Los mismos elogios merecieron las expresiones de los otros dos referentes económicos de Alberto Fernández: Matías Kulfas y Emmanuel Álvarez Agis, que habló por teléfono con dos círculos de inversores de Wall Street para llevar tranquilidad. Hubo al menos dos conferencias telefónicas: una organizada por el banco de inversión brasileño BTG Pactual y otra por XP Investments. El economista prometió un gobierno moderado que podría discutir una reforma previsional y una laboral. Para Álvarez Agis, el mayor desafío es la deuda con el Fondo y su refinanciamiento, pero dijo que «si el Fondo retiene el próximo giro por unos US$5400 millones, la economía podría colapsar».

Sus palabras y las de Nielsen se dieron en sintonía con el aumento ayer del riesgo país y una caída en las acciones de las compañías argentinas.

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Dudas del mercado

«Es de una irresponsabilidad política muy grande jugar con ese tipo de cosas. Si realmente hay una concepción de querer pagar la deuda, se dice una vez y listo. Coquetear con un default y con una reestructuración de deuda no es gratis», opinó el economista Diego Martínez Burzaco.

En el corto plazo, el Gobierno tiene vencimientos en manos privadas por US$19.300 millones, de los cuales tiene que refinanciar US$7800 millones, según el supuesto realizado por el Ministerio de Hacienda en el programa financiero.

Del total que debe hacer roll over, US$4500 son letras del Tesoro (Lete) en dólares y US$3300 millones son la suma de letras capitalizables (Lecap) y letras ajustadas por inflación (Lecer), que están en pesos. «El mercado está cerrado para el Gobierno, entonces la duda está en de dónde van a sacar ese financiamiento. Sobre todo los US$4500 que están en Lete y que son en dólares. Las Lecap y las Lecer son menos exigentes y además están en pesos», analiza Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma.

Hasta antes de las PASO, el Gobierno logró refinanciar, en promedio, entre 70 y 75% de los vencimientos de las letras, muy superior al 49% que habían estimado como base en el presupuesto para que se cumplan las necesidades de financiamiento.

«Tenían más aceptación las letras cortas que vencían antes del 10 de diciembre, y se convalidaba una tasa anual en dólares del 7% para las que vencían después. Igualmente, el Gobierno contaba con más dólares de los que tenían previstos», señala Martínez Burzaco.

El economista también enfatiza la duda que se abre a futuro con la tasa de renovación: «Primero hay que ver si el Tesoro se anima a licitar. Tiene una restricción del crédito y hay que ver cómo puede conseguir tasas coherentes para hacer el roll over. Por eso es tan necesario estabilizar el tipo de cambio, para estabilizar las expectativas de devaluación futura».

Otra duda en el mercado es si el Fondo desembolsará los US$5400 millones a partir del 15 de septiembre, que están en el cronograma de financiamiento. El el último crédito de monto grande que queda del préstamo de US$54.000 millones. El resto de los desembolsos no superan los US$1000 millones.

El pago de los US$5400 millones del FMI se puso en duda luego del anuncio de medidas económicas que realizó el Gobierno la semana pasada para palear en parte la devaluación de la moneda tras las PASO y su consecuencia en la inflación. Estas medidas ponen en jaque el cumplimiento de la meta fiscal a fin de año, que según el acuerdo con el Fondo se establecía en un déficit de 0,5% del PBI.

Esta semana estaba estimado que lleguen a la Argentina los economistas del FMI para revisar el cumplimiento de los objetivos y, de esta forma, aprobar el siguiente desembolso. Pero todavía no está confirmado su viaje al país.

Mientras que en el corto plazo las dudas del mercado están en el puestas en el refinanciamiento de los US$7800 millones, para 2020, las necesidades financieras no son muchas. Según el programa financiero, el Gobierno necesita US$9500 millones.

«El que viene no es un año tan complicado para los vencimientos, pero sin financiamiento, estamos fritos, por más que sean bajas las necesidades. Ahí el tema está en qué hace Fernández para generar confianza para refinanciar eso. Antes de las PASO, el mercado estaba caro, pero después de las elecciones, se cerró completamente», concluyó Caamaño.

Fuente: La Naciòn

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