No es momento de salir a buscar rédito político

En nuestra sociedad, hay una percepción generalizada de que los argentinos somos propensos a no cumplir las leyes. Si bien es un tema debatible con extensa bibliografía al respecto, muchos juristas y filósofos del derecho coinciden con esa afirmación. A grandes rasgos, se trataría de un tipo de ilegalidad generalizada que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados.

Basado en la experiencia, los liderazgos pero también los consensos se vuelven piezas fundamentales ante esta anomia «boba y antidemocrática», como señalaba Carlos Nino.

Si el no cumplimiento de la ley es un problema para cualquier sociedad en situaciones normales, lo es más aun cuando estamos viviendo una pandemia sin precedentes como la causada por el coronavirus.

Sobre todo, cuando en un contexto excepcional se vuelve un imperativo cumplir y hacer cumplir las recomendaciones oficiales para prevenir la enfermedad y achatar la famosa curva de contagios.

Ahora bien, el gobierno de Alberto Fernández reaccionó con rapidez si lo comparamos con otros países como España e Italia, estableciendo una cuarentena que ya lleva más de tres semanas.

Hasta el momento, y en general, el nivel de acatamiento del aislamiento social obligatorio ha sido importante. Varios han sido los factores para lograrlo, aunque en esta ocasión me gustaría destacar dos en particular: la firmeza y templanza del Presidente en sus anuncios y el acompañamiento casi unánime de la oposición en relación a las medidas tomadas.

Como establecí al inicio, no solo el liderazgo sino también los consensos han sido claves para lograr un nivel importante de cumplimiento.

Sin embargo, el problema ocurre cuando estos dos factores no están presentes o comienzan a resquebrajarse.

En el caso del liderazgo, imagínense si el Presidente comenzara a comunicar que el coronavirus es como una simple gripe o que es mejor que todos sigan trabajando para que la economía no se vea demasiado afectada. Haciendo un paréntesis, esa postura fue tomada por dos países hermanos como lo son México, y Brasil. En ambos casos, se minimizó la situación, sin escuchar a sus gabinetes y opositores. Los resultados incipientes nos muestran que esos no eran los medios más adecuados.

Lo mismo podríamos sostener en relación a los consensos. Imaginemos si la oposición aparece cuestionando todas y cada una de las políticas presidenciales, y agitando para plantear que lo que se hace está todo mal. No es difícil suponer cuánta gente va a verse tentada a violar el aislamiento si parte de la oposición advierte que no son las medidas acertadas.

Está claro que la principal consecuencia de esto impactaría negativamente en el cumplimiento de las normas o recomendaciones gubernamentales por parte de la población.

Podrá decirse que tanto el oficialismo como la oposición hacen política, son políticos y por lo tanto, es su deber cumplir con ese rol asignado por la sociedad a través del voto popular.

En este sentido, me pregunto si este es el momento correcto para hacerlo, si es la ocasión indicada para buscar un rédito político cuando está en riesgo la salud de millones de argentinos y, para agregar, cuando apenas hace cinco meses que se inició el nuevo mandato presidencial.

Desde luego, estoy convencido de que en este escenario, ese no es el camino. Hoy la prioridad debe estar puesta en enfrentar los efectos sanitarios, sociales y económicos producidos por la pandemia. Y para eso el camino es hacerlo todos juntos, sin especulaciones ni divisiones partidarias.

Ver al Presidente trabajando en conjunto con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, o con gobernadores de diferentes espacios partidarios es lo que la inmensa mayoría esperaba en momentos como este. También lo es entender que en este camino es posible que se cometan errores. Todos los gobiernos los cometen, no por la naturaleza de su intencionalidad, pero sabemos que la acción acarrea distinto tipos de implicancias tanto positivas como negativas. Lo más importante es reconocerlas y tomar las medidas necesarias para no volver a repetirlas.

Es el caso de las extensas colas en los bancos exponiendo a miles de adultos mayores, que se produjeron el viernes pasado. Está claro que fue un error, pero no es motivo para cuestionar el conjunto de políticas desarrolladas por el Gobierno a la hora de enfrentar la pandemia ni para plantear la renuncia de los posibles responsables, cuando hoy se necesitan equipos cohesionados y funcionando.

Parte del actual oficialismo actuó en su rol de oposición muchas de veces de esa manera durante el desarrollo del gobierno anterior y parte de la actual oposición, lo hace ahora. Y creo que fue un error hacerlo. Lo dije antes y lo digo ahora. Sostengo que lo que importa es la correcta actitud a la hora de reconocer o no un problema. Su negación muchas veces puede determinar la suerte de un país. Hoy es ventajoso insistir para que se reaccione y corrijan las consecuencias no deseadas.

De esta manera, la posibilidad de que se alcancen mejores resultados ante esta situación que atravesamos los argentinos y el mundo será mayor. Y si con eso salvamos vidas, seguramente lo que más se va a valorar es que lo hayamos logrado entre todas y todos.

Estamos frente a una oportunidad, y espero que no la desaprovechemos, de dejar de lado para siempre esa lógica binaria que se ha construido a lo largo de las últimas décadas. La lógica de amigo- enemigo, que durante tantos años solo ha generado una profunda grieta en nuestra sociedad.

Hoy la política tiene la gran responsabilidad de trazar un horizonte. Entendiendo que tenemos por delante a un enemigo invisible, es nuestra obligación aportar lo que esté a nuestro alcance para vencer a esta pandemia.

Ya va a haber tiempo futuro para que cada sector exprese sus diferencias político-partidarias. En cambio, el presente requiere lo contrario: que la política unida trabaje en conjunto y busque respuestas escuchando pluralidades. Si lo hacemos todos juntos, codo a codo, nos servirá para alcanzar los innumerables desafíos que se avecinan y quizás sirva también para encontrar el camino que nos lleve definitivamente a lograr la necesaria unión de todos los argentinos.

El autor es diputado bonaerense (Juntos por el Cambio)

Fuente: Infobae.com    Daniel Lipovetzky

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