Jorge Ferraresi: «A los que saben no les preocupa que la causa de espionaje haya quedado en el juez Auge»

Esta entrevista iba a ser con vos en PERFIL, pero estás haciendo en este momento un aislamiento porque estuviste en contacto con el secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gil, que dio positivo de coronavirus. Con tu esposa, la diputada Madgalena Sierra, están cumpliendo los 14 días de cuarentena preventiva. —Es una pena. Teníamos todo programado para estar ahí con vos. Me enteré ayer a través de las redes de que a Martín le dio positivo. Lo puso él. Tuvimos contacto estrecho, por lo tanto corresponde que nos aislemos durante dos semanas. —¿No tenés ningún síntoma? —No hemos tenido ni Magdalena, mi compañera, ni yo síntomas. Dicen que los síntomas son a partir del cuarto o quinto día. En el momento de hacer esta nota vamos por el quinto ya entrando al sexto. Tenemos que ser responsables y acatar los protocolos. También coincidió con que mi intendente interino, Alejo Chornobroff, sale del Covid-19. Él sí tuvo Covid. Se reintegrará el lunes. Podríamos haber quedado bastante desprotegidos. Se dio de esta manera. Vivimos una situación compleja desde el punto de vista de los contagios en el área metropolitana. Cuando a uno le toca empieza a tener más conciencia de lo cerca que está. —¿Cómo llevan adelante esta situación de aislación en una casa con dos personas que puedan estar incubando la enfermedad con otras que no? —Vivimos con Juan Manuel, nuestro hijo, que tiene 20 años. Lleva los más de cien días en casa, totalmente aislado. Las personas de riesgo éramos nosotros, que permanentemente salimos. Estamos también preocupados por él. Pero tenemos una casa grande donde cada uno tiene su habitación. Desde la noche que nos enteramos estamos sin ningún tipo de contacto cercano. Esperemos que tampoco haya consecuencias para él. “Cristina Kirchner es la líder indiscutible de un gran sector de la militancia.” —Hubo un brote de coronavirus en Villa Azul y un aislamiento controversial. Luego, siguió en su vecina. ¿Cómo es hoy la situación en Avellaneda. —Estamos en el primer cordón, muy pegados a la CABA. Nuestra ciudad tiene esa particularidad. Vivimos 360 mil personas y pasan por nuestro distrito 1 millón 200 mil habitantes por día. Tenemos una circulación muy fuerte. Hoy, el contagio tiene que ver con la circulación. Nos preocupó mucho esas semanas en las que la Ciudad tomó una decisión distinta a la de la Provincia, en las que hubo apertura de comercios, cuando la gente podía salir a los parques a correr. En esas semanas fue exponencial la cantidad de contagios. Recién vamos a ver los resultados sobre el fin de la semana de la medida que se tomó ahora. Vengo siguiendo lo que pasa en la Ciudad. Lo que pasa en Avellaneda sucede diez días después de lo que pasa en la Ciudad. Y lo que sucede en el resto de los municipios sucede diez días después que en Avellaneda. Aparentemente estaríamos entrando en un lugar de estabilidad, ojalá que se confirme, aunque los datos de los últimos días no son alentadores. Hubo mayor cantidad de contagios pero fueron días de muchísimos testeos, porque venían de atrasos del fin de semana. A veces los números crecen por eso. Está claro que la única vacuna es aislarse, no hay otra. Hay un buen comportamiento de la ciudadanía, por eso no hay mucha gente en la calle. Uno pierde la dimensión de cómo es la calle realmente cuando funciona al 100%. La verdad es que la gente se comporta de una manera maravillosa. El sistema de salud se fortaleció muchísimo a partir del apoyo de la Nación y de la Provincia, fundamentalmente de la Provincia, en cuanto a la recuperación de los hospitales, la cantidad de respiradores. Se viene un debate porque estamos muy preocupados por las camas de terapia. Debemos comprender lo esencial del tema de la prevención. Empezar a trabajar en la Argentina con la prevención de la salud: debe ser una herramienta clave. Es una condición que tenemos que desarrollar. Los municipios hacemos esa tarea. Estamos trabajando en eso, con buena expectativa, con mucha coordinación, con mucha solidaridad en la Provincia, en la Nación, en los municipios. Trabajamos y monitoreamos con el gobernador lo que va sucediendo. “Aumentó el delito porque mucha gente está desesperada. Hay una relación directa entre el crecimiento de la pobreza y la delincuencia”. (Foto: Sergio Piemonte) —Se cerró transitoriamente el Hospital Dr. Pedro Fiorito porque hubo veinte casos, creo, de personal de salud contagiados, ¿cómo se solucionó eso? —En la semana que pasó tuvimos una reunión con todos los directores de los hospitales. Tenemos cuatro hospitales que trabajan articuladamente. Lo que nos decían los directivos es que se da la situación de que no se enferman los que están en relación directa con el Covid-19, los de terapia, los de emergencias, pero el resto se distiende. En los lugares comunes comen juntos, toman mate, subestiman la situación. Y eso generó casos en sectores no vinculados al Covid. Se contagió toda la guardia y hubo que aislarlos. El 16% de los contagiados en la Ciudad tiene que ver con efectores de salud. Es una gran fuente de contagios. Hubo otros al principio, porque se desconocía la enfermedad y porque había pocas herramientas. Pero la Provincia y los municipios fortalecimos los elementos de seguridad, de bioseguridad, de los empleados. A veces, uno pierde dimensión, pero para graficar: una persona en el sistema de salud que atiende personas con Covid se cambia 25 veces en una jornada de trabajo. Al principio tuvimos que poner particular énfasis en el tema de los camisolines, los barbijos, el alcohol en gel, que tenía un valor terriblemente alto. Luego se estabilizó ese mercado, hubo mucha más oferta, una cantidad de industrias que reconvirtieron para poder brindar tales productos. Hoy el mercado está muy bien abastecido por la Provincia. Al principio tuvimos que hacerlo nosotros. —El ministro de Salud de la Provincia, Daniel Gollán, dijo que si no hubiera cuarentena en el AMBA estallarían Córdoba y Rosario. —Es tal cual. Desde el comienzo venimos trabajando con el gobernador y con los intendentes de la Provincia y había muchos colegas que festejaban no tener casos. Vamos estudiando el comportamiento del virus y vemos que se da de manera radial, desde la centralidad hacia la periferia. Por eso te decía que las cosas pasan primero en la Ciudad, después en Avellaneda, luego en Quilmes, en Florencio Varela. Uno observa un círculo rojo, que cada vez se hace más intenso en función de cómo se va agrandando ese sol que parecería irradiarse de esa manera. Hubo lugares de Argentina en que parecía que no había casos, pero hubo que retroceder, como pasó en Jujuy, o en Catamarca, que no tenía. Aparecieron los primeros casos. Cuando uno empieza a ver que tiene que ver con la circulación, percibe que a partir de ahí ya no hay manera de pararlo. Los primeros casos eran de gente que había viajado a Europa, que venía de Brasil. Luego el virus se instaló, ya había circulación local y hoy estamos casi que el 87% de los casos en la Ciudad es de circulación local. Empezamos con personas que iban a la Ciudad a trabajar y volvían contagiadas. Eso está instalado en nuestra ciudad. Y se transfiere a la periferia. En la medida en que se irradia y aparecen más casos se observa en la provincia de Buenos Aires que se va dando en el interior. El interior seguramente va a contagiar a las provincias que están al lado. “La gobernación de María Eugenia Vidal fue la peor de la istoria.” —Martín Insaurralde, tu vecino de Lomas de Zamora, tene coronavirus. Sos el segundo intendente que entrevisto haciendo cuarentena. —Lo de Martín fue preocupante. Por suerte funcionó lo del plasma. Lo resolvió de una manera extraordinaria. Lo vi muy alegre, cuando inauguró uno de los hospitales modulares de emergencia que construyó la Nación en la provincia de Buenos Aires, que aporta mayor cantidad de camas de terapia intensiva, que nos permite estar preparados para una situación de emergencia. Pero siempre el mejor programa es la prevención. Esto también lo comparten el secretario Nicolás Kreplak y el ministro Gollán. Es clave el programa Detectar. Identificar la presencia del virus en el barrio, aislar, trabajar en la prevención, es la mejor herramienta y evitar llegar al sistema de salud. Me preguntaste al principio el tema de Villa Azul. Fue una experiencia muy buena de trabajo articulado entre todos los niveles de gobierno con una aceptación de la sociedad muy fuerte. Y puso en evidencia las diferencias que hay en el hábitat. Organizamos el 85% del barrio entre el año 2008 y 2015. Quilmes no pudo hacer nada. La cantidad de disparos de contagios en Quilmes fue muy superior a lo que pasó en Avellaneda. Los de Avellaneda además se podían quedar en su casa, porque tenían habitaciones, agua, cloacas, gas. Contaban con el servicio eléctrico. Del otro lado no había ningún servicio. Debieron apelar a aislamientos en la Universidad de Quilmes, donde Mayra Mendoza hizo un trabajo extraoridinario. —Pasemos al capítulo político. Fuiste desde abril de 2016 el vicepresidente del Instituto Patria. Fuiste el vicepresidente de la vicepresidenta. Cuando ella estaba en su peor momento, la acompañaste en la institución donde ella reorganizó su vida política. ¿Cómo es tu relación con Cristina Kirchner? —Desde siempre tenemos una relación fluida, de respeto. También de posicionamiento político. La función que tenía Patria era aglutinarnos, generar agenda. Partió de analizar la coyuntura y la necesidad de “volver, pero volver mejores”. Nos permitió revisar muchas cuestiones. Nació en un momento difícil, era difícil vislumbrar que regresaríamos inmediatamente, pero la clave era fortalecer las convicciones y la decisión política, Néstor nos enseñó que no importa el resultado electoral, que lo esencial son las convicciones y que hay que trabajar en eso. Nació ante la certeza de la necesidad de ubicar una posición ante las políticas y de acompañar a Cristina, la líder indiscutible de un gran sector de la militancia política. Ahora sale a la luz el tema de las persecuciones, el tema del espionaje, el tema de los espiados. —¿Sos el más cristinista de todos los intendentes? Ella fue a tu asunción como gesto político. —También fue a la de Fernando Espinoza (La Matanza), a la de Mayra Mendoza (Quilmes). En la mía también hubo teleconferencia, porque coincidimos con Mario Secco (Ensenada), también estuvo Pablo Zurro (Pehuajó), otro de los que estuvieron en el Instituto Patria desde 2016. Fue una devolución del trabajo en común. No sé si soy el más cristinista. Hay muchos compañeros sin mi exposición, o que no gobiernan un municipio de la dimensión de Avellaneda, con la importancia territorial o de desarrollo económico en la Provincia y en la Argentina. Me pidieron tener ese rol en su momento y estoy muy contento por ello. Conocí gente extraordinaria como Oscar Parrilli. Había sido el secretario general de la Presidencia, y teníamos previamente contacto, pero no con la profundidad de ahora. El alma del Patria es Teresa Parodi. Hizo una tarea extraordinaria junto con Rita Cortese, otra persona de la cultura. Miradas desde otro lugar, no únicamente de la política propia del militante político. Aportes desde la sensibilidad de la gente de la cultura. A partir de ahí, se reordenaron muchas personas que tenían inquietudes respecto a distintas temáticas. A las convicciones sumamos el tema de la formación. A veces en la política sucede que nos preparamos para una elección pero no para gobernar. Llegamos al poder y nos preguntamos por la situación que nos dejaron. Pero lo que yo me digo es que si la realidad fuera diferente, si lo que nos dejaron era otra cosa, no hubiésemos ganado. Es poco probable que pierda una buena gestión. Se llega a gobernar a lugares que no estaban bien previamente. “El día después de la pandemia tiene que ser pronto; no podríamos estar así cinco meses más.” —Competís por ser el más cristinista, sin dudas. Es un dato reforzado por tus antecedentes. Tu padre, Alfredo Ferraresi, fue uno de los fundadores de la CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro, intelectualmente en línea con el pensamiento de John William Cook, de izquierda. En la década de los 90 tu padre fue elegido secretario general del Sindicato de Empleados de Farmacia, puesto en el que se mantuvo hasta fallecer, en 2013. ¿Hay una mirada acorde al peronismo de izquierda en tu formación? —Hay una genética, que tiene que ver con la historia personal y con los procesos que uno vivió. Decías que mi papá fue fundador de la CGT de los Argentinos. Estuve ahí, en la Federación Gráfica Bonaerense. Tenía 8 años, nos tiraban en un sillón a dormir porque se trabajaba hasta cualquier hora de la madrugada. Mi viejo nunca nos llevó a una plaza. La vida era esa, la política. Mi viejo, además, estuvo preso en la época de Juan Carlos Onganía. Mi viejo no tuvo que exiliarse; pero sí lo hizo Jorge Di Pascuale. Me llamo Jorge justamente por Jorge Di Pascuale, compañero de mi papá en el Sindicato de Farmacia y desaparecido en el año 77, cuando había vuelto del exilio. No soportó irse, estuvo en Venezuela, volvió a la Argentina y a los pocos meses desapareció. Finalmente se encontraron sus restos acá en el cementerio de Avellaneda, en un lugar clandestino que tenía el cementerio de tumbas comunes. —¿Tu experiencia en la etapa de la dictadura por tu padre te dejó marcas que aparecen continuamente? Por ejemplo, tu secretaria de cultura es Victoria Onetto, que es hija de Manolo Belloni, perteneciente a las Fuerzas Armadas Peronistas, FAP, asesinado en marzo del 71 por la Policía Bonaerense, y nieta de la actriz militante peronista Lili Massaferro. —Es una generación que nos marcó. Cuando era pibe quería ser como ellos. Miraba a los militantes que tenían 18, 19, 20 años y eran mi modelo, lo que quería ser. Cuando llegó la dictadura, tenía menos de 15 años. En la época de la dictadura supimos de las torturas, de las desapariciones, de los exiliados, de las persecuciones. Un entorno complejo que deja marcas y constituye una genética. No milité nunca con mi padre. Cuando regresó la democracia, él empezó a militar en el MUSO (Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización) con Antonio Cafiero, su líder. Mi comienzo en política fue en la Intransigencia Peronista, en la que estaban Vicente Saadi, Andrés Framini, Susana Valle, no tuvimos militancia en común. A mi padre le cargo las deudas como viejo. No lo pienso como militante; para mí, era mi papá. Es más normal que un chico vaya a una plaza que a un acto político. Pero esas cuestiones se saldan con el tiempo. El primero que me hizo reconstruir esa historia fue Néstor Kirchner. Mi rol en la municipalidad era el de secretario de Obras Públicas. Por una cuestión normativa, la provincia de Buenos Aires no hacía obras de vivienda en el conurbano bonaerense. Néstor Kirchner definió el primer programa de urbanización de villas. Néstor vino a inaugurarlas. Cuando bajó de su camioneta, lo primero que preguntó fue dónde está Ferraresi. Sabía que yo era el hijo de mi viejo. Me abrazó y me hizo una descripción rápida de la trayectoria de mi viejo. Allí empecé a tomar conciencia de su rol. Pero no coincidimos en espacios militantes. Cuando yo fui intendente, veía su cara de orgullo. Algo vinculado a la continuidad de un pensamiento. Hablamos de grieta. La verdad es que la grieta tiene los mismos disensos que la república. Existe una tensión entre distintos sectores de poder: uno pelea por una mejor distribución de la riqueza, mientras que otros pelean por la conservación. —Hay hechos que generaron polémica el año pasado. Cuando renovaste mandato, con Cristina presente, juraste “por Perón, por Néstor y la demostrada lealtad a Cristina Kirchner”. También tuviste una polémica por un homenaje al legado de Fidel Castro en el municipio de Avellaneda, cuando se cumplieron tres años de su muerte, invitando al embajador de Argentina en La Habana junto a otras personalidades. Ese mismo año hubo otra polémica cuando inauguraste la Plaza de la República Bolivariana de Venezuela y colocaste carteles apoyando a Nicolás Maduro y al régimen chavista. Otra polémica más surgió en un colegio de Avellaneda: le pidieron a una alumna que tocara la Marcha Peronista en el momento en que vos estabas con tu señora. ¿Sos el intendente del peronismo más de izquierda. —Uno tiene convicciones. La clave es no ocultar mi pensamiento, desde dónde se formulan las ideas. Las cuestiones polémicas del año pasado concluyeron en que saqué el 61% de los votos en el momento de las elecciones. Mi relación con los chicos en las escuelas es constante. La inversión en escuelas es de más de 1.300 millones de pesos. Aun en la época en que la provincia nos abandonó definitivamente, hicimos 18 escuelas nuevas y 39 jardines de infantes totalmente nuevos. Tengo una relación con los pibes desde el jardín maternal. Voy todos los años, los veo crecer. Hay derechos que permanecen desde hace mucho tiempo. Todos los pibes de los jardines maternales y de los jardines de infantes reciben un regalo por el Día del Niño. Absolutamente todos. Los pibes de las escuelas primarias tienen su derecho al juego, con una bicicleta. Ahora se ve la valoración de no haber discontinuado el programa Conectar. Son cuestiones que tienen que ver con el pensamiento. Muchos políticos se dejan coachear: yo actúo por convicciones. Lo de la Plaza Venezuela fue el día del cumpleaños de Hugo Chávez. No hubo afiches a favor y en contra. Para cambiar un gobierno existe la autodeterminación de los pueblos. Cada lugar tiene que tener su historia, su propio destino. Ese es nuestro posicionamiento. Por eso decidimos que el día del cumpleaños de Chávez se inauguraría la Plaza República Boliviariana de Venezuela. Además, tenemos una relación extraordinaria desde siempre con la Embajada de Cuba. A partir de un dato que nos dio una compañera y que no habíamos percibido, notamos que en el censo del año 2010 había más de 3 mil analfabetos en la ciudad. Aplicamos el programa cubano de alfabetización, que nos permitió educar a una cantidad de gente que no sabía ni leer ni escribir. La relación no surge únicamente a través de lo ideológico, sino de hechos concretos y reales. Eso nos permitió hacer un recital extraordinario con Silvio Rodríguez, totalmente gratuito. Vinieron más de 200 mil personas, para nosotros eso fue un orgullo. Con respecto a lo último que mencionaste del episodio en la escuela, fue algo voluntario. Una chica me preguntó si podía tocar algo, le dije que sí, y fue la Marcha Peronista. Nadie la empujó ni nadie la obligó. “Nos preocupó mucho el momento en que la Ciudad y la Provincia tomaron medidas diferentes.” —Antes de las elecciones se creía que Martín Insaurralde iba a ser el candidato. Se mencionaba periodísticamente que contaba con el apoyo de Máximo Kirchner. Pero de un día para el otro fue Áxel Kicillof el candidato con los resultados electorales que conocemos. ¿Cómo es la relación actual del gobernador con los intendentes? —Fue un proceso con varias candidaturas. Estaba Verónica Magario (actual vicegobernadora) en ese momento en La Matanza. También Martín podía ser. La figura de Áxel aparecía de una manera muy fuerte. Había una cantidad de compañeros que expresaban la voluntad de querer ser candidatos. Hicimos una reunión en Avellaneda en la que estuvieron todos los candidatos. Decidimos caminar juntos y que la candidatura fuera para quien estuviera en mejor condición en función de la intención de voto. Esa persona fue Áxel. Surgió de un entendimiento y también de los datos que nos daba la realidad. Es algo que en su momento entendieron tanto Martín como Fernando Espinoza y Verónica, todos los compañeros que tenían aspiraciones. Áxel está haciendo una tarea titánica en un momento complicadísimo. Me pongo en su piel y en la de los intendentes nuevos que ganaron esta última elección y empezaron a gobernar ahora. Llegaron con muchos sueños y tienen que trabajar en el contexto de una pesadilla. Aun así construyen. Fue una herramienta clave en gestionar recursos con el presidente Alberto Fernández para distribuir entre los municipios. Hubo cuatro meses en que se sostuvieron los salarios: todos los municipios pudieron pagar aguinaldos. Hizo una tarea maravillosa. “Lo de Martín Insaurralde fue preocupante: por suerte, funcionó muy bien lo del plasma.” —¿Cómo evalúas la gestión de María Eugenia Vidal como gobernadora? —Fue la peor de la historia de la Provincia. Se caracterizó por una ausencia total. Para que tengas una idea, nunca hablé con la gobernadora, jamás vino a Avellaneda. A eso se suma esta cuestión de la discrecionalidad. Se retrocedió en todos los temas, no mejoró ninguno. La educación fue uno de los temas graves. Todo el mundo habló de la mala gestión de Daniel Scioli, que también había hecho una tarea muy cercana a los intendentes. La verdad es que tuvimos una lejanía extraordinaria con la gobernadora. Más allá del pensamiento, las cuestiones institucionales deben mantenerse. No encuentro ninguna fortaleza en la gestión, nada que uno podría evaluar como un camino a seguir. No dejó absolutamente nada. —¿Cómo explicás que vos ganaste en Avellaneda con una diferencia de casi 30 puntos respecto del segundo (60,38% a 32,84%), y al lado tuyo, en Lanús, también renovó Néstor Grindetti, de Juntos por el Cambio? —Hubo cuatro o cinco intendentes del PRO que revirtieron la elección de las PASO. Allí Grindetti había perdido. Lo mismo pasó con Diego Valenzuela en Tres de Febrero y con Julio Garro en La Plata. Tuvieron la inteligencia de municipalizar su gestión. Aprovecharon la enorme ayuda del gobierno nacional y del provincial. No me quejo por eso. Cada uno va en el sentido que cree o ayuda en el sentido que debe ayudar. Hizo una gestión quizá mejor que la nuestra en los años anteriores. Quilmes estuvo cerca también. Martiniano Molina no pudo revertirla pero estuvo cerca. Levantó muchísimo desde las PASO a las generales. La gente también valoró los gobiernos locales. Quizá por eso saqué diez puntos más que los candidatos en otros niveles de mi propio partido. Una señora me dijo alguna vez: “Estoy de acuerdo con lo que usted hace, pero no con lo que piensa”. Mi respuesta fue que hago lo que hago porque pienso como pienso. Uno es consecuencia de un proyecto político, no hay proyectos locales. Valorizar el proyecto local no está mal, pero se inserta dentro de un contexto político. Desde el municipio no puedo transformar cosas que deben resolverse desde un gobierno nacional o provincial, como transformar la matriz económica en un lugar determinado. O cómo equilibrar el tema de los grupos poderosos a partir de poderes fácticos y reales. Lo que sucede en una determinada gestión local tiene mucho que ver con un gobierno. “Hay muchos contagios en la región; cuando a uno le toca, se da cuenta de lo cerca que está.” —Néstor Kirchner se caracterizaba por tener vínculo directo con las autoridades de cada partido. ¿Cuál es tu relación con Alberto Fernández y en general la de los intendentes con el Presidente? —Tenemos mucha relación. Nos suma que ambos somos hinchas de Argentinos Juniors. —No deben ser muchos los que comparten su afición. —Es una casualidad. Pero en cada acto hace una referencia a que no se siente solo porque ve que hay otro hincha de Argentinos Juniors. Es algo que el hincha del equipo grande quizás no entienda. Pero me sucede que en algún lugar del mundo veo a alguien con la camiseta de Argentinos Juniors y lo abrazo. Lo hacemos como si nos conociéramos desde siempre. Y más por haber elegido un equipo con una historia tan rica como la de Argentinos Juniors . Es una cantera de jugadores extraordinaria. De allí salió Diego Maradona, por ejemplo. “A veces en la política sucede que nos preparamos para una elección pero no para gobernar.” —¿Te encontrás con él seguido? ¿Cómo es ese vínculo comparado con el que Néstor Kirchner tenía con los intendentes? —Lo hacemos por temas específicos. Trato de no molestar. Tenemos muy buen vínculo con todos los ministros. Tienen una agilidad extraordinaria. El Presidente está en las cuestiones centrales, como el tema de la deuda externa, la relación con los gobernadores. Cuando es necesario, hablamos. El que cumple la función de nexo es Axel. Es quien hace la tarea. Habla en nombre de los intendentes, resuelve nuestras cuestiones. Con Néstor tenía una relación más directa. En la época de Daniel Scioli se había determinado que la Provincia se ocupaba de los municipios del interior y la Nación tenía una relación directa con el Conurbano. En vez de ir a relacionarnos con el gobernador, hablábamos con Presidencia directamente. Ahora eso se ordenó y me parece muy bien. Toda la relación con el gobierno nacional es por medio de Axel y a través de él con los intendentes. La semana pasada hablamos de eso con María Eugenia Bielsa. Hay casi 2.300 intendencias en la Argentina. Por eso, su orden es a través de los gobernadores. Trabajar con 23 gobernadores es mucho más ordenado. Luego, cada gobernador lo hace con el intendente. “Toda la relación con el gobierno nacional es a través de Axel Kicillof.”  —¿El orden anterior se debía a que no se le tenía confianza operativa a Daniel Scioli? —La Provincia tiene una estructura burocrática muy pesada, muy densa. Resolver cuestiones estructurales a través de la Provincia es muy complicado. Una de las tareas que está realizando el gobernador es buscar mecanismos de simplificación de procesos y caminos alternativos. Por ejemplo, la Provincia tiene contralores previos a las resoluciones que son los organismos de la Constitución. Si el gobernador hoy decide hacer una escuela debe pasar por los organismos de la Constitución. Recién nueve o diez meses más tarde le responderían si puede construirla o no. Es probable que en ese lapso cambie la coyuntura, que cambie la urgencia porque vino una inundación o una pandemia, como en este caso. Por eso se cambió el camino de toma de decisiones a partir de la iniciativa de Néstor que profundizó Cristina. Se buscó esa relación directa en cuanto a la transferencia de recursos de ayuda a los municipios. Los municipios tienen mayor capacidad de ejecutar. El 16% de los contagiados de Avellaneda son efectores de salud. Una persona del sistema de salud que atiende pacientes con Covid se cambia 25 veces en una jornada de trabajo. Es clave comprender que el sistema de salud se sostiene en la prevención”. (Foto: Sergio Piemonte) —¿Kicillof es mejor gobernador que Scioli? ¿Tiene más posibilidades de absorber a todos los municipios, incluso los del Conurbano, cuando antes Scioli solamente trabajaba con el interior de la Provincia? —Coincidí con Scioli seis años en la gestión. Vino a Avellaneda 69 veces a hacer cosas vinculadas a la gestión. Creó las policías locales. En el caso de Avellaneda pasamos de tener 200 policías a 750 arriba del patrullero, construimos un polideportivo, así el deporte ganó una herramienta importante. En la gestión, cuestiones como la educación o la salud están vinculadas a la Provincia. —O sea que Daniel Scioli, a tu juicio, fue un buen gobernador. —Sí. Trabajamos muy en conjunto. Trabajamos bien. Siempre se puede mejorar. Vimos los errores y lo que no pudimos transformar en aquel tiempo. También Scioli recibía a todos los intendentes, no discriminó. La relación en aquel tiempo era más con los radicales. Pero no discriminó ni a ellos ni a los del PRO. Íbamos a las reuniones y estábamos los 135 intendentes por cada sección electoral, intendentes de todos los partidos políticos. Y, como te dije, no participé de ninguna reunión sobre temática alguna durante los cuatro años de María Eugenia Vidal. “Ahora hay una distancia muy grande con 2001, y es por la asistencia del Estado”  —Pasemos ahora a la causa de espionaje. El viernes 19 de junio tuviste un encuentro con el juez Federico Villena, cuando todavía tenía a cargo la causa, y pediste constituirte como querellante. ¿Qué viste que te llevó a tomar esa postura? —Lo hice porque está prohibido por ley que a uno se lo espíe, y más desde quien ejerce el gobierno. Hablamos al comienzo de mi historia militante. Uno se imaginaba al principio que al participar en política tenía una ficha en la SIDE y que nos perseguían. En mis primeras acciones militantes, allá por el 82, estaba en una charla en un aula de la universidad y vino alguien que estuvo hasta el 16 de diciembre del año 83 en la universidad, que era un agente de los servicios de inteligencia. Era el que tomaba los datos o el que pedía los documentos cuando entrabas a la universidad. También con los estudiantes secundarios. Iba solo y pegaba cartelitos en los postes de luz y en el centro de las escuelas. Sabías que los servicios te tenían, éramos pocos los que militábamos. Esa experiencia me hizo estar alerta. Yo tenía una agrupación política y uno de los que se sumó a participar probablemente tenía que ver con los servicios. En aquel tiempo, año 83, apenas recomenzada la democracia, dijeron que yo era montonero. Iba por los pasillos de la facultad y algunos se me espantaban como si tuviese todas las pestes juntas. Como me crié con esas cuestiones no estaba preocupado. Lo primero que me mostró el juez me dio gracia. Bronca y gracia, por el nivel de berreteada, el nivel de información, el nivel de subjetivación. Pero cuando ves las fotos te paralizás. Porque se suma a un mecanismo en el que los servicios son disparadores, pero sigue una actividad mediática y una consecuencia judicial. Es un sistema que pudieron verificar quienes se presentaron. Me gustaría saber quién fue el ideólogo de todo eso. —¿Conocías previamente a Federico Villena? —Lo había visto algunas veces previamente. Lo conocí en otras situaciones. “Jorge, mi nombre, es por Jorge Di Pasquale, un compañero de mi padre desaparecido en 1977.” —¿Qué pensás del cambio de juez que realizó la cámara, que determinó que la causa pasara a manos de Juan Pablo Auge? —No conozco demasiado sobre los procedimientos de la justicia penal. A los que saben no les preocupa demasiado el cambio de juzgado. Lo importante es la continuidad de la causa. Todo hace prever que seguirá por el mismo camino. El juez se comportó muy bien, por lo menos conmigo. Me mostró todo lo que tenía y lo que pudo investigar. —Pero viste que una vez que cambió de juez hubo excarcelaciones. Cabe suponer que algo se modificó entonces. —Es un tema que no conozco en profundidad. Me dijeron que no estaba declarada la preventiva, con lo cual deberían estar detenidos solo hasta que declaren. Son cuestiones técnicas que desconozco. La buena noticia es que la causa sigue, que hay muchas que salen a la luz. En mi caso, la persecución no tiene que ver conmigo sino con mi cercanía a Cristina. El foco de atención de la agresión era ella. “Sorprende el nivel de berreteada del espionaje de los servicios que me investigaron.” —Nos conocimos en 2015, debido a que vos sos intendente de Avellaneda y PERFIL está a pocas cuadras de Avellaneda, en Barracas. Estamos a cuatro cuadras del Riachuelo. En aquel momento te dije que probablemente dentro de veinte o treinta años Avellaneda sería a Buenos Aires como Brooklyn a Manhattan, un lugar donde antes había fábricas y hoy se convirtió en una zona residencial. Hablamos por entonces de aquella Avellaneda de los Descamisados que cruzaban a nado el Riachuelo, de la época de los frigoríficos, a una Avellaneda cada vez más parecida a una zona residencial. ¿Cómo fue cambiando Avellaneda en estos cinco años? ¿Qué diferencias tiene respecto de los otros partidos del Conurbano? ¿Es cada vez más parecida a la Ciudad de Buenos Aires? —Para graficar y recorrer el proceso histórico, digamos que Avellaneda tuvo en los 70 un auge de desarrollo industrial, que a partir de las crisis posteriores fue deteriorándose. Avellaneda tiene hoy menos habitantes que en 1970. En los censos nacionales que se hacen todas las décadas se observaba que Avellaneda decrecía en cuanto a habitantes. Recién creció en el censo de 2010, pero fue un 4,9%, mientras que todos los municipios crecen en el orden del 8% en el mismo lapso. “Aplicamos en Avellaneda un plan de alfabetización cubano.” —Un fenómeno igual que el de la Ciudad de Buenos Aires. —Ese fue el proceso que se generó. Nuestra primera dificultad fue esta, porque era una ciudad que no tenía identidad puesto que había perdido la identidad industrial y también la de apropiación de aquella gente que no nació pero sí vive en Avellaneda. También influyeron los cortes del Puente Pueyrredón que hubo durante mucho tiempo. Era un tema diario, que sucedía incluso dos o tres veces por día. Eso incide en que se haya transformado en una ciudad dormitorio y que en su momento haya expulsado gente. Ser ciudad dormitorio era una complicación, porque viajar de Avellaneda hasta la Ciudad de Buenos Aires contemplaba la alternativa de no poder llegar al trabajo. Por eso nos ocupamos intensamente del tema de la identidad: generamos una identidad cultural y deportiva muy fuerte, junto a una estética de la ciudad propia. A eso se sumó una dinámica de estabilidad laboral muy importante entre 2007 y 2011. Tenemos una ciudad de dimensiones aceptables, de cantidad de habitantes aceptable, de desarrollo industrial aceptable. A eso se suma que existen algunas inversiones importantes que tienen que ver con lo que decías: recuperar lugares industriales históricos de grandes volúmenes y grandes superficies y convertirlos. Hay un proyecto que tendría que haber empezado justamente la semana que comenzó la pandemia. En el lugar de Molinos Río de La Plata que se ve desde la Ciudad, aquellos grandes molinos que ocupan casi once hectáreas, se iniciaba un proyecto de desarrollo arquitectónico, de urbanización, de oficinas, de viviendas, de parques, muy importante. El resultado es que se genera una ciudad que empieza a ser vivible, que tiene centros gastronómicos con los que no contaba, que tiene centros comerciales con mejor dinámica. Hemos logrado una impronta, primero con la cultura. Es una ciudad con mucha actividad propia, con siete localidades. La pandemia no lo permite, pero tenemos dos festejos anuales de cada uno de esos lugares, contamos con muchos parques, mucho espacio público. Hay espectáculos todos los fines de semana. El Teatro Roma tiene una actividad de martes a sábados. Está lleno todos los fines de semana. A eso se suman 18 centros culturales, 14 polideportivos totalmente gratuitos en los que más de 17 mil pibes hacen actividad física. En Avellaneda se puede arrancar el lunes y hacer actividades gratuitas hasta el domingo todos los meses. DEMOGRAFÍA. “En el año 49, la Provincia tenía la misma cantidad de habitantes que la Ciudad de Buenos Aires. En este último año, casi 70 años después, la Ciudad de Buenos Aires tiene 300 mil habitantes menos que en el 49 y la Provincia de Buenos Aires casi 14 millones de habitantes más”. (Foto: Sergio Piemonte) —Para poner en contexto al lector podemos decir, por ejemplo, que Avellaneda y Lanús son los partidos del conurbano sur que tienen menos problemas de necesidades básicas insatisfechas, mientras que en Quilmes y Lomas de Zamora las circunstancias son un poco peores. Luego, en Florencio Varela empeora el contexto. Varela comparte con José C. Paz una realidad de necesidades básicas insatisfechas enormes precoronavirus que se agiganta en el contexto. Supongo que escuchaste o leíste las declaraciones de Mario Ishii de la semana en las que pronosticó que dentro de 45 días explotaría todo. ¿Cómo ves la situación en otros lugares del Conurbano con necesidades básicas más insatisfechas y qué puede pasar en la propia Avellaneda? —Hay que trabajar el tema de generar equilibrios. Tenemos una provincia con mucho desequilibrio. Siempre comparo Avellaneda con Florencio Varela. Dos partidos que tienen casi la misma cantidad de habitantes. Pero Varela tiene cuatro veces la superficie de Avellaneda con casi 7 mil calles de tierra. Su presupuesto es del orden de los 2.500 millones, mientras que el de Avellaneda es de 11 mil. El destino de un vecino que hoy vive en Florencio Varela en calles de tierra es seguir en la misma condición. La Matanza tiene la misma cantidad de habitantes que la Ciudad de Buenos Aires. El presupuesto de CABA en espacios verdes es el mismo que el de toda La Matanza. Tenemos que debatir en la Argentina la distribución y la equidad. No hay manera. Cuando uno analiza cómo fueron los procesos de instalación de gente ve que la provincia de Buenos Aires en el año 49 tenía la misma cantidad de habitantes que la Ciudad de Buenos Aires. En este último año, casi setenta años después, la Ciudad de Buenos Aires tiene 300 mil habitantes menos que en el año 49 y la provincia de Buenos Aires casi 14 millones de habitantes más. En cuanto a los niveles de pobreza, hay muchas diferencias: si uno nació en Pilar, con mucho country, pertenece a un sector social ABC1, pero en líneas generales es distinto cuando se crece en situación de pobreza. El último asentamiento que hubo en Avellaneda fue en 2010, apenas asumí como intendente. Era un terreno en el que la gente pisaba y el agua le llegaba a las rodillas. Fueron cuarenta y pico de familias que venían de Formosa. Cuando se ven las situaciones de desequilibrio, me parece que esa es la tarea de la Argentina: trabajar para generar matrices económicas de distribución en las que la gente pueda satisfacer sus cuestiones mínimas. Hay temas de inequidad que realmente resultan obscenos. “El debate entre salud o economía no debe ser analizado bajo la óptica de la compensación.” —Ishii contaba que dejó que los comercios estuvieran abiertos para que no quebraran. De 8 mil comercios ya le quedaban 6.500 y tenía temor de que siguiera bajando la cantidad hasta la mitad. En el caso de Avellaneda, en Wilde, el 24 de junio un grupo de comerciantes, con apoyo de los vecinos, impidió que los inspectores municipales cerraran los negocios. ¿Cómo fue el tema del cierre de negocios y cómo afecta económicamente la cuarentena a Avellaneda? ¿Es diferente de lo que pasa en José C. Paz? —Nos pasa a todos, porque no es una cuestión de municipios, es la pandemia. Ya veníamos de una crisis económica muy fuerte. A veces se pierde de vista que el 15 de enero el Gobierno puso la tarjeta alimentaria porque había una situación de hambre detectable. Empecé a recorrer los centros comerciales, y ya el 30% de las persianas estaban bajas. Y esta pandemia vino a establecer una situación muy compleja. Lo de Las Flores en Wilde fue un caso no deseado. Siempre tuvimos muy buen diálogo con todos los centros comerciales. Aparte, pasaba que abrían y tampoco vendían, y el día antes del Día del Padre hubo comercios que decidieron abrir más allá de que no estaban habilitados. No fue una buena decisión ir a pelearse con ellos; es preciso comprender su angustia, deben tener una angustia terrible. Cuando ponen la cabeza en la almohada y ven que no pueden pagar el alquiler o que tienen empleados a los que no les pueden abonar el salario y que no tienen resto se dan cuenta de que es algo muy preocupante. Siempre le transmitimos al gobernador que es clave tener políticas de recuperación del sector comercial. Es lo que se va a abordar ahora con el IFE y distintas ayudas. Después vendrá la reconstrucción, en la que será clave dinamizar el consumo interno. Es lo que hizo siempre el peronismo. “En mi caso, la persecución no tiene que ver conmigo sino con mi cercanía a Cristina.” —Ishii dijo que el delito y la inseguridad crecieron enormemente, que aumentaron un 70% en el último año. ¿En Avellaneda también hay un incremento de los delitos? ¿Temés que pueda haber algún desborde? —Hay una distancia muy grande entre 2001 y ahora que tiene que ver con la asistencia del Estado. Asistimos diariamente con alimentos a 28 mil familias. La situación alimentaria está bastante sostenible. El mejor mes de recaudación en la historia de mi gestión fue en marzo de este año. Se explica también porque aumentaron las tarifas. La recaudación del municipio fue 711 millones. La ayuda directa del gobierno nacional y provincial a distintos actores dentro de la ciudad fue de 730 millones de pesos. Hay casi un municipio paralelo ayudando entre tarjeta alimentaria, IFE, Asignación Universal por Hijo, Argentina Trabaja o Haciendo Futuro, los bolsones alimentarios en las escuelas. Todos los pibes de las escuelas primarias y secundarias retiran un bolsón de comida de 1.500 pesos cada mes. No veo la explosión que percibe Mario Ishii. Pero José C. Paz es uno de los municipios que tiene una tasa de necesidades básicas insatisfechas muy alta, por lo tanto necesita gran cantidad de recursos para poder resolver cuestiones. Hay una relación directa entre el crecimiento de la pobreza y la delincuencia. Hablaba de los desequilibrios. El límite de Avellaneda con Quilmes es Wilde. Si uno mira para el lado de Avellaneda es un mundo, y para el lado de Quilmes otro. Es el lugar de mayor inseguridad, que se explica por las desigualdades, las diferencias de oportunidades. Hay un aumento del delito porque mucha gente está desesperada. También la policía trabajó muy fuerte en el tema de la prevención en los barrios y en el control de la circulación. Hay que volver a ordenar la prioridad de la seguridad. También es una discusión muy grande porque el delito responde a factores multicausales, no solo a temas prácticos en los que uno pone más patrulleros y más policía para resolver cuestiones de la seguridad. La verdad es que no tengo el mismo diagnóstico que Mario, pero tengo un municipio con una matriz totalmente distinta a la que tiene él. Ya estamos trabajando e imaginando cosas con el gobernador para el día después de la pandemia. Es preciso generar un impacto y una inyección por parte del Estado para crear un círculo virtuoso de inversión y recuperación de la economía. No hay otra manera. “Con Alberto Fernández nos reunimos por temas específicos; pero el día a día lo hablamos con los ministros.” —En 2001 no estabas al frente de Avellaneda, y sí lo estaba Mario Ishii en su partido. ¿Qué recordás de Avellaneda en aquel tiempo? ¿Por qué creés que hoy va a ser diferente, independientemente del tema de los planes alimentarios? —Estuve en el gobierno hasta el año 99, cuando perdimos la elección. Fui secretario de Obras Públicas hasta ese momento. Y nos tocó ir a gestionar un área de la provincia de Buenos Aires. Luego de la explosión, trabajé en el Onabe, el Organismo Nacional de Bienes del Estado, que hoy es la AABE (Agencia de Administración de Bienes del Estado). Ahora siento que hay un Estado distinto, un Estado con una dimensión totalmente distinta. Seguramente la experiencia de Ishii es otra. Mario estaba y tiene una experiencia diferente a la nuestra, pero no percibo lo que él dice. Hacemos un trabajo territorial muy fuerte, hay organizaciones sociales, los movimientos que justamente establecieron la red de contención de todos aquellos a los que expulsó el macrismo en materia de desocupación. —Tu mensaje sería más tranquilizador. —Estamos pensando el día después de la pandemia. Ese día después tiene que ser pronto, tampoco tenemos capacidad para estar cinco meses más así. Desde el próximo mes tenemos que empezar a generar políticas públicas activas. La obra pública debería ser un dinamizador muy fuerte. Estamos trabajando con distintos programas de obra pública, con el Ministerio de Desarrollo Social en el programa Potenciar Trabajo, que empezará a ordenar todo eso que se generó a través de los movimientos sociales. La gente que necesitó medio salario para poder asistirse en la subsistencia debe poder incorporarse a procesos económicos productivos. Hay una cantidad de ideas que se vienen generando y pensando aparte. Va a ser la mejor política. Tenemos que confluir en ello. Te decía que la ayuda que se dio entre el gobierno nacional y el provincial en el mes de abril y mayo, los 750 millones, fue a través de 14 programas distintos. Me parece que hay que unificarlos, porque también hay algunos que saben administrar los programas sociales y otros que no. Y podemos encontrarnos con personas que reciben nueve ayudas y otras que no tienen nada. El salario universal me parece una política importante. Lo charlamos mucho con Daniel Arroyo. El Presidente está en esa sintonía, al igual que todos los que estamos en estos temas. Deberá ser un debate importante en la Argentina que viene. No como una dádiva, sino como algo atado a un proceso de inclusión laboral. Tiene que estar atado a una devolución de una acción. No se debe regalar la plata sino todo lo contrario: generar nuevamente una cultura del trabajo a partir de una garantía que pueda dar el Estado.

Fuente: Perfil.com            Jorge Fontevecchia

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