Alberto Fernández y CFK deberían ponerse de acuerdo

Si la moneda marca la confianza en un país, debemos inferir que hace muchos años los argentinos no confían en sus dirigentes políticos, ni en sus políticas. Su caída estrepitosa se puede resumir así. En 1998, un dólar equivalía a un peso. Desde 2003 hasta 2006, un dólar valía 3 pesos. En 2010, un dólar ya cotizaba a 4 pesos. En el 2014, un dólar valía 14 pesos. En 2018, un dólar se conseguía por 28 pesos. En septiembre de 2019, post PASO, subió de 40 pesos a 60. Un año después, septiembre de 2020, 130/140 pesos. Con 100 pesos, recordarán los memoriosos, años atrás, se nutría un chango de supermercado en el cual no faltaban ni lácteos, ni carnes, ni frutas y verduras. Esta semana compré un kilo de pan Felipe y lo pagué 110 pesos.

Si el 10% de la población argentina por comprar USD 200 al mes pone en jaque a la economía del país, su debilidad marca, cual fractura expuesta, una realidad imposible de soslayar.

El presidente Alberto Fernández debería acordar a esta altura prematura de su gobierno, nueve meses, qué rumbo pretende para él y su gestión. Es más: debería preguntarse en la mayor intimidad de su día cómo quisiera que con los años sea recordado su gobierno. Luego de su necesaria introspección, debería acordar con Cristina Kirchner un rumbo. Si la fórmula presidencial fuera una sociedad comercial para llevar una empresa adelante, hoy los accionistas observarían que cada uno de los socios fundadores representa distintos intereses e intenciones. Uno de ellos trató hasta hace muy poco tiempo de transitar un proyecto de moderación, cuidando los intereses colectivos de la empresa. Pero el otro trata y logra atender sus propios intereses que atentan contra el “fondo de comercio”. ¿Cuánto puede durar esta sociedad si ambos socios no acuerdan un rumbo común?

Requerí opiniones sobre cómo ven esta actualidad a distintos protagonistas, mujeres y hombres, con decisión en la Argentina 2020, quienes se sinceraron en off. Empresarios, políticos, economistas, dirigentes universitarios. Transcribo parte de sus miradas. “Este esquema de poder es inviable en esta crisis fenomenal con una oposición y una sociedad ‘blanca’ egoísta al extremo. Cristina debe apoyar a Alberto”. Otra de las opiniones señala: “Es muy difícil maniobrar y lograr algún resultado con esta política. Debería cambiarse el rumbo en forma muy marcada para compensar los errores actuales”. Otros se refirieron expresamente a las últimas medidas del Central; uno de ellos me dijo: “Aún no hay datos del costo de las mismas, pero es muy dañino, si sigue así vamos a un crack”. Otro desde el sector exportador considera: “Las medidas del Central están generando un default empresarial obligado, dado que todas las empresas deben renegociar deudas comerciales con el exterior, sobre todo perjudica a las nacionales que no tienen casas matrices en el exterior. Esperamos levanten estas medidas próximamente, si se extienden en el tiempo es una catástrofe”. Y por último me alertaban: “Estas medidas del Central complican a toda la actividad productiva que necesita suministros importados elevándole los costos. Creo que estas medidas no pueden mantenerse por mucho tiempo. Son muy restrictivas”.

Según el informe del segundo trimestre del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Argentina tiene un 10,3% de indigentes. 14% de los argentinos pasa hambre. El 44,7% es pobre. Y el 62,9% son niños pobres. 27 millones de argentinos son asistidos por el Estado, una década atrás eran 13 millones. Por otro lado, el Centro de Estudio de la UIA menciona que en julio la actividad industrial se contrajo 2,2% interanual y registró una suba del 8.4% mensual, aunque permanece un 3,9% debajo de los niveles pre-pandemia. Con estos datos durante los primeros siete meses se acumula una baja del 11.9% respecto de igual período del año anterior.

Si estos datos no merecen que se reponga con carácter de urgencia la mesa del Hambre y el no nato Consejo Económico y Social, o como quiera llamárselo, ¿qué necesitan los dirigentes políticos argentinos para sentarse con quien no piensan igual? En una Argentina tan signada por la grieta no sería bueno que apareciera una nueva: la de políticos y una parte de la sociedad desentendiéndose de otra parte de la sociedad que tanto padece.

El peor negocio político que hizo Argentina para cosechar decadencia, fue desguazar a sus partidos políticos hasta convertirlos en sombras. A todos causa admiración la consolidación democrática de Uruguay. Allí sus partidos políticos están vivos. También causa admiración Alemania, arrasada hace 70 años. Sucede que en ese país la canciller Merkel aún cuenta con los fondos del Plan Marshall con los que crearon el Banco de Crédito para el Desarrollo. Sus créditos, al igual que entonces, siguen siendo utilizados para “fugarse hacia el futuro”, describe la Dra. Claudia Tomadoni: hoy se destina a la economía verde energía solar, de hidrógeno, eólica, construcción de autos eléctricos y toda la infraestructura que ello implica, digitalización, inversión en ciencia y tecnología, fomento a la construcción ecológica, apoyo a las empresas y al empleo. No hay milagros, hay consensos. Las políticas se discuten para adentro, cuando se llega al Gobierno se ejecutan y el Parlamento apoya o señala las desviaciones.

Argentina necesita que la política deje de asustar, y contagie esperanza y futuro. El Presidente es pragmático, su reacción no debe hacerse esperar. De lo contrario van a seguir reaccionando por él, y eso no le hace bien a un gobierno recién nacido.

Al cierre de este artículo existía un gran malestar en la CGT por las declaraciones de Héctor Daer, quien expresó la intención de realizar el próximo 17 de octubre un acto en apoyo al gobierno nacional, cuando en realidad lo que se está gestando es una jornada de reflexión y análisis del peronismo junto a las 62 Organizaciones que se llevaría a cabo vía Zoom.

Fuente: Infobae.com   Maria Herminia Grande

Sea el primero en comentar en "Alberto Fernández y CFK deberían ponerse de acuerdo"

Deje un comentario

Su email no será publicado


*